El vino chileno, en el contexto mundial, juega en segunda división. Y aunque es cierto que allí está entre los mejores, cuando se habla de vinos realmente importantes, nadie nos nombra.
Los importantes están en Francia, en Italia o en Alemania. En nuestras canchas jugamos contra Argentina, contra Sudáfrica o Australia. Y el juego por lo general se llama "buena relación precio-calidad", vinos ricos para todos los días, algunos -cuando no se sobre manipulan- pueden hasta ser maravillosos, pero son botellas que la mayoría no guarda.
Lo que alguna vez, hacia mediados de los años 80, fue para Chile una estrategia comercial, muy pronto se convirtió en un karma.
Hoy las cosas han cambiado, pero tampoco tanto. Hay muchos más vinos ambiciosos que ya cuentan con una década o más de cosechas como para probar que son consistentes y serios (algunos lo han hecho) pero la mayoría de las viñas chilenas sigue haciendo caja con los baratos, los de siempre.
Nos creemos mejores, pero aún nos pesa nuestro pasado, todavía no podemos convencer a un mundo de compradores que, cuando va a la tienda y ve a un tinto chileno a más de veinte dólares, sonríe y pasa de largo. Y entonces, la semana pasada, la Viña Montes presenta en Santiago el tinto Taita. De $220.000 la botella.
No debiera resultar extraño que esta viña acabe de estrenar el tinto más caro (de cosecha reciente) en la historia del vino chileno. Ya antes había hecho golpes similares con Montes Alpha, en 1987, cuando lo que predominaba era lo barato bien barato. Hoy Montes Alpha es un clásico chileno.
Luego, diez años más tarde, nació M. Este cabernet fue el primero (junto a Seña, de Errázuriz) en inaugurar lo que hoy se conoce como "íconos", lo que en su origen fue el primer grito lanzado al exterior, una cápsula al espacio proclamando que los vinos chilenos no eran solo best values.
¿Y Taita? ¿Un súper ícono? Puede ser. Pero para qué enrollarse con denominaciones marketineras. Mejor escuchemos a su padre, el legendario enólogo Aurelio Montes, cuando le pregunto cómo convencería a un amante de grandes tintos de Burdeos para que compre esta primera cosecha de 2007: "Creo que no es fácil convencer a un tomador de vinos de Burdeos que se cambie de zona. En todo caso, para esa persona -como para tantas del nuevo mundo- este vino presenta una novedad con altos ribetes de calidad. Creo que los chilenos debemos dejar atrás los complejos de inferioridad y no dejar que todos tengan licencia para estas locuras, mientras nosotros miramos con envidia esa osadía. Este vino es un potente exponente de lo que Chile es capaz de dar en uno de sus mejores terroir".
Taita es un tinto en base a cabernet sauvignon (85% de la mezcla) y viene de un pequeño sector del viñedo que Montes tiene en Marchigüe, hacia la zona costera de Colchagua. Se trata de unas diez hectáreas que, de acuerdo al experto en suelos, Pedro Parra, tienen cualidades especiales. Por ahí pasó un glaciar. Por lo tanto, entre las arcillas propias de la zona, también hay piedras redondeadas propias de lechos de río, una mezcla no muy común en el país. En teoría, la arcilla da volumen, las piedras dan fineza, textura firme pero suave.
De las diez hectáreas, se seleccionan unas tres para Taita. "El cabernet de Marchigüe es fresco, liviano, algo más especiado que en zonas más calurosas, pero muy maduro. El sommelier Héctor Riquelme lo definió como un vino muy suave, de buen cuerpo, largo, pero a la vez eléctrico, lo que refleja esa viveza que trato de describir", dice Montes.
La vinificación es cuidada. Y en ella destaca la larga crianza: dos años de guarda en barricas y otros cuatro años de guarda en botella, algo completamente inédito en la escena local. Pero aún así, debuta compitiendo con otros que juegan en esta división hace siglos. Y ahí puede estar una de sus dificultades. Montes, sin embargo, no piensa lo mismo. "Cuando nació el Montes Alpha no parecía el momento propicio para él y fue un éxito. Cuando nació el M tampoco parecía sensato y fue un éxito. Parece que nunca estuviéramos preparados; sin embargo, cuando confiamos en que podemos... podemos. Taita no tiene la historia, así es que la calidad tendrá que defenderse por sí sola".
Con este potente y concentrado cabernet colchagüino, Montes otra vez inaugura una nueva categoría en la breve historia del vino chileno, y también sube la vara a un precio en el que ya compite con algunos de los vinos más emblemáticos de la escena mundial. "La lucha de todo Chile debe ser poner nuestro vino en el sitial que se merece. Quizás siempre tendremos vinos buenos y baratos, pero eso no nos priva de que también tengamos vinos de excelencia cohabitando con los otros niveles, tal como lo hace Francia, Italia o España".