La red de Great Wine Capitals es una entidad que agrupa a diez de las zonas vitícolas más afamadas en el mundo y su meta es promover el turismo, las tradiciones y también el intercambio comercial entre ellas. Hasta hace poco, en Sudamérica, Mendoza había tenido el honor de ser parte de este grupo. Ahora, se le suma Casablanca.
Pero más allá del honor que implica estar en la misma lista que la Toscana, Burdeos, Rioja u Oporto, para Casablanca significa un tremendo reconocimiento a la calidad de sus vinos, a pesar de tener una historia que es la más breve entre ese distinguido grupo. Recordemos que los primeros viñedos en Casablanca se plantaron hacia 1982, apenas algo más de tres décadas que significan casi nada en la línea de tiempo del vino.
Pero en esa "casi nada" de historia, Casablanca ha logrado producir vinos indispensables en la escena chilena, blancos y también tintos que han marcado la etapa moderna de nuestros vinos. Estos son algunos de ellos:
BURBUJAS INCIPIENTESAunque pudiera parecer lógico que en un valle de clima más bien fresco, la alternativa del espumante resultara obvia, Casablanca no ha optado -al menos masivamente- por ese estilo. Sin embargo, en los últimos años productores como ViñaMar y también ahora Cono Sur han puesto acento en las burbujas. Hay varias viñas, además, que ya están preparando espumantes que pronto saldrán al mercado. Existe en Casablanca una importante cantidad de hectáreas de chardonnay (la cepa base en el estilo) como para regodearse. Pero para captar cuán lejos puede llegar -por el momento- el espumante en el valle hay que probar el Brut Nature de Viña Morandé ($16.000).
En este vino están buena parte de los atributos centrales del estilo: las burbujas finas, los aromas a pastelería, propios de la segunda fermentación en botella, el buen cuerpo, la acidez fina y la baja cantidad de azúcar residual en este vino complejo, para la guarda.
SAUVIGNON BLANC: LA CEPA LÍDEREn los albores del valle, se puso un especial acento en el chardonnay como la futura estrella de Casablanca. Sin embargo, a poco andar fue el sauvignon blanc el que brilló con más fuerza. Hoy no cabe duda de que los sauvignon del valle lideran la cepa en nuestro país. En ningún otro lugar hay tantos y tan buenos, a pesar de que ha salido competencia fiera en otras zonas de Chile.
Para entender el sauvignon de Casablanca hay ejemplos de sobra. En un primer grupo, que podríamos llamar de los "veteranos", destacan nombres como Terrunyo de Concha y Toro ($9.900), un vino que año a año da de lo mejor de la cepa en Chile. En un nivel de precios inferior, el sauvignon básico de Veramonte, hoy conocido como La Gloria ($5.500) sigue siendo uno de los mejores values del país, al igual que el muchas veces sorprendente Terrarum de Morandé ($4.500).
Otro de los veteranos, aunque con nuevo nombre, es Nimbus de Viña Casablanca ($7.600) Este clásico sauvignon casablanquino viene del Fundo Santa Isabel, uno de los viñedos históricos del valle. También de los primeros sauvignon de la zona es el Villard Expresión ($5.900) con su estilo maduro y goloso que ya es casi una marca registrada.
Pero también hay una nueva camada de sauvignon que podríamos llamar más ambiciosos. Selecciones de pequeños cuarteles o derechamente el uso de barrica o madera. William Cole tiene en Bill ($8.000) uno de los ejemplos más claros de sauvignon que han pasado por madera, mientras que Morandé y su Edición Limitada ($9.100) es otro de los sauvignon que ha tomado -y muy exitosamente por lo demás- esta dirección. Casas del Bosque con su Pequeñas Producciones ($12.000) opta por el camino de la selección en el viñedo, obteniendo uno de los mejores blancos del valle.
CHARDONNAY: VINOS MADUROS Y POCO FRESCORDebo confesar que no soy precisamente el admirador número uno de los chardonnay de Casablanca, y siento que la cepa se ha endulzado demasiado en el valle. Mucha madurez y poco frescor en vinos que a mí me cansan. Esto, por cierto, es nada más que un gusto personal. Con eso en mente, para entender el chardonnay del valle les aconsejaría probar dos ejemplos que están a la vanguardia. El primero es el 20 Barricas de Cono Sur ($9.900), un chardonnay que viene del viñedo El Centinela, a 7 kilómetros del mar. Esa cercanía influye en el frescor de este blanco, y también en su siempre potente acidez. El segundo es un clásico: Amelia de Concha y Toro ($14.990) tiene ese lado goloso de los chardonnay del valle, pero además mucha tensión en su acidez. Un buen equilibrio.
EL COMPLEJO PINOT NOIRTampoco soy admirador de los pinot del valle, su excesiva madurez y el abuso de la madera le has pasado la cuenta a la mayoría. El pinot es una cepa complicada, que no es todo lo frágil que se cree, y que es especialmente sensible al tipo de suelo en la que se planta. Lejos de Borgoña, pero buscando una identidad, está Montsecano ($17.500), para mí el único que logra captar la complejidad aromática de la cepa y también parte de su estructura en cuerpo y su frescor en acidez.
EL CAMINO DE LAS OTRAS CEPAS TINTASUna asignatura a la que cada vez se apuntan más productores en el valle son los tintos de cepas que no sean pinot noir. El clima de Casablanca permite que uvas como el cabernet franc, el merlot o el syrah den vinos distintos a los de otras partes del Valle Central; vinos más frescos, con menos cuerpo, pero también con más poder aromático. Para cabernet franc, una buena idea sería echarle un vistazo al Tunquén ($11.900). Para malbec, Loma Larga ($13.000); para la siempre difícil merlot, dos viñas: Catrala ($7.500), y el Reserva de Carmen ($6.200). Y finalmente en syrah, Emiliana y su Signos de Origen La Quebrada ($11.900) es un ejemplo claro de syrah de clima frío, al igual que Kingston Lucero ($14.900). Ambos tintos con la impronta fresca de las brisas del Pacífico.