Ya son casi dos siglos desde su estreno (1816), y las estadísticas disponibles muestran a esta obra entre las 10 más representadas en todo el mundo (410 montajes en las temporadas 2008-2013, sin incluir el aquí comentado). Miles de incesantes representaciones en todo el mundo suelen hacer creer que se trata de una obra fácil. En realidad, solo es fácil de oír, ver y disfrutar, pero muy difícil de ejecutar, en especial la parte vocal, si los protagonistas se ciñen rigurosamente a lo que Rossini escribió. Baste notar, por ejemplo, que el pasaje allegro vivace en el aria de Don Bartolo "A un Dottor..." tiene exigencias en el límite de las posibilidades humanas, con su metralla de semicorcheas en canto silábico (¿alguien puede emitir 8 sílabas por segundo?).
Y aunque no siempre se logre (en escenario alguno), todo lo que el compositor escribió mantiene su vitalidad y encanto si cuenta con un sexteto solista entusiasta, que además de belcantistas duchos en vocalizaciones rápidas sean finos comediantes.
Fue justamente lo que ocurrió con el Elenco Estelar, integrado por varias de las mejores voces actuales de la lírica nacional. El Fígaro de Patricio Sabaté fue completísimo: cómodo en el rol, como si lo hubiera interpretado en innumerables ocasiones, con alto dominio vocal (excelente fraseo, buen volumen y proyección) y en la actuación. Aunque las sopranos se hayan apropiado del rol de Rosina, este es para una mezzocoloratura o mezzocontralto, que reúne una tesitura grave y un medium agudo, con gran capacidad de vocalización. La mezzo Evelyn Ramírez es una estupenda Rosina. Tras un comienzo algo tenso, mostró gran despliegue actoral y un excelente trabajo vocal, con correcta coloratura y atractivo timbre, especialmente en el tercio grave. Sergio Gallardo logra la interpretación del Don Bartolo que el público espera, con múltiples detalles de régie y buena empatía con la audiencia. Correcta interpretación vocal, que logró saltar las importantes exigencias de tesitura (numerosos Fa agudos) y los aterradores escollos de "A un Dottor...".
También en alto nivel el bajo Ricardo Seguel, que imprime a Don Basilio el carácter jocoso del rol (que se observó algo menos en el elenco internacional). Vocalmente, mostró una excelente proyección, con el volumen requerido para enfrentar los fortissimi orquestales de su aria de la calumnia. En el Almaviva de Exequiel Sánchez se aprecia el valioso potencial de este joven tenor. Su senda parece ciertamente belcantista y el material vocal está, si bien, aún en proceso de perfeccionamiento técnico. Su actuación fue excelente, especialmente en el segundo acto. Correctas las interpretaciones de Paola Rodríguez (Berta) -notable comediante-, Cristián Moya (Fiorello) y Carlos Guzmán (Sargento).
José Luis Domínguez -que también acompañó a Almaviva con la guitarra en su canzone "Se il mio nome"- dirigió con fluida seguridad, priorizando debidamente las filigranas rossinianas, sin puntos muertos ni pastas innecesariamente densas. Un corno -traicionero instrumento- deslizó un par de ripios en la obertura, pero esos riesgos son parte del espectáculo.
Es un gusto volver a ver esta inteligente y hermosa producción -Fabio Sparvoli ( régie ), Giorgio Ricchelli (escenografía e iluminación) y Simona Moressi (vestuario), en cuidada reposición de Rodrigo Navarrete-, que a cinco años de su estreno mantiene todo su frescor, por sus propios méritos y por la vitalidad y el afiatamiento de los intérpretes. Si encontrara mecenas perspicaces, merecería recorrer todo el territorio nacional.