Es común que uno tienda a acostumbrarse a lo bueno y, con el paso del tiempo, dé muchas cosas por sentadas. Me sucedió hace unos días cuando alguien me preguntó qué había de nuevo en la escena chilena de vinos. Claro, yo le dije que el sur, que las bodegas pequeñas, que los nuevos emprendimientos hacia la cordillera, pero se me fue decirle que el valle del Limarí, aunque no tan nuevo, ha sido una fuente continua de sorpresas y, sobre todo, origen de consistencia durante por lo menos los últimos diez años. Y eso, por cierto que no es nada de poco.
En Limarí se vienen haciendo buenos vinos (y en términos comerciales) desde la primera mitad de los años 90. Pioneros fueron Calina, con el enólogo Marcelo Papa produciendo chardonnay, y Francisco de Aguirre, la bodega responsable de que muchos pusieran su atención en el norte. Sin embargo, no se puede hablar de verdadero boom sino hasta la consolidación de viñas como Tamaya, Tabalí y De Martino, además de la llegada de Concha y Toro con su marca Maycas del Limarí. Todos ellos fueron los responsables directos de que se comenzara a hablar ya con fuerza de las posibilidades vitícolas del norte de Chile, a mediados de la década pasada.
En un comienzo, y gracias a De Martino y su blanco Legado, de lo que se hablaba era del potencial del chardonnay, toda una novedad porque esta cepa nunca había podido despegar del todo en nuestro país, contando los loables esfuerzos del valle de Casablanca, la mayor parte de ellos demasiados dulces y planos como para ser considerados con seriedad. En cambio, los suelos calcáreos del Limarí y la influencia costera, le dieron un nuevo espíritu a la cepa, agregándole huesos más duros y acidez más punzante.
Maycas, por su lado, probó que el sauvignon blanc era una tremenda posibilidad y en 2007 lanzaron su primera versión del Reserva Especial, un vino que no sólo fue muy bueno para cualquier estándar, sino que además abrió el abanico de cepas posibles de plantar en la zona.
Y eso de ampliar el abanico fue uno de los aportes de Tamaya, la bodega de René Merino que, desde 2001 también comenzó a mostrar una diversidad inesperada con cepas que necesitan calor y sol para madurar como el carmenere. Hoy lo que hacen es sobresaliente. Lo mismo con el cabernet sauvignon.
El último gran aporte al Limarí lo dio Tabalí. Esta bodega fue una de las pioneras en plantar viñas en la zona y también nos alegró la vida con sus chardonnay y syrah. Esta última cepa fue su mejor carta hasta que comenzaron a sacar fruta del viñedo Talinay, a unos doce kilómetros del mar. En un suelo blanco como la tiza, sus blancos y tintos han sido toda una revelación. El chardonnay Talinay es delicioso, y el pinot noir es uno de los mejores de Chile.
Pero hay más novedades todavía desde el Limarí; estas son algunas.
Tamaya
T Brut Blanc de Blancs Chardonnay 2009
Este es el primer espumante del Limarí. Con muy poco dulzor (algo así como 2,5 gramos de azúcar por litro) y la acidez de una cosecha temprana, este vino se siente cortante y fresco a más no poder. Hecho ciento por ciento de chardonnay, abre una nueva ventana para el valle. $18.000
Cono Sur
20 Barricas Syrah 2009
Muchas viñas chilenas han sido seducidas por el syrah de Limarí, y con razón porque tiene esa moral de tinto de clima frío, con mucho frescor y mucha acidez. Y también con un intrigante aroma a cenizas que vaya uno a saber de dónde viene. Este 20 Barricas es la primera vez que Cono Sur se aventura con un tinto del norte y es una delicia de aromas herbales en un vino jugoso y a la vez muy corpulento. $14.990
Undurraga
TH Syrah 2010
Undurraga es otro de los que han llegado al valle a comprar uvas y también se ha entusiasmado con el syrah. Este es un vino con fuerza y madurez, rico en frutas negras y textura que necesita de un cordero para suavizarse. Un rico vino que le da nuevos aires a estos TH, quizás una de las líneas más sólidas hoy en nuestro país. $9.000
Concha y Toro
Casillero del Diablo Reserva Privada Sauvignon Blanc 2012
Para su línea top Reserva Privada, la popular línea Casillero del Diablo ha escogido uvas del Limarí en este salino y refrescante blanco que recorre la boca junto a su acidez punzante. El mejor Casillero blanco que yo al menos he probado y todo un símbolo: si está línea tan importante y poderosa está en el norte, debe ser porque algo pasa. $5.990
Maycas del Limarí
Reserva Especial Pinot Noir 2011
Hace rato que Marcelo Papa, enólogo de Maycas, andaba buscando un buen pinot. Y lo logró con este 2011 en un viñedo a unos 35 kilómetros del mar, en la ribera sur del río Limarí. Suelos blancos que le dan un frescor y una textura rígida a este pinot jugoso y listo para beber. $9.990
Tabalí
Reserva Moscatel 2012
Aunque nos olvidemos, la uva clásica del Limarí, con la que se produce pisco, es el moscatel. Pero hasta ahora no había nadie de los "importantes" que hubiera hecho un blanco de esta uva aromática. La primera versión de Tabalí es fresca, huele a flores (típico de la variedad) y tiene un cuerpo goloso y denso, aunque muy fresco. $6.500.