No se trata de que al estilo de vinos rosados no se le haya tomado en serio, sino que más bien lo que se ha hecho es tomarlo en plan relajo. Como huele a verano, a playa y a vacaciones, en el catálogo de cualquier viña en el mundo figura como el vino alegre, el que no se complica, el que no alcanza para llamarlo "gran reserva" o "selección especial", palabras que -como todos sabemos- no significan nada, pero que apuntan a algo especial, algo de cuidado.
El rosado no es de cuidado, lo que por décadas significó que en Chile se hiciera de acuerdo al cliché (que algo tiene de cierto) de que a la gente le gustan los vinos dulcecitos y suaves. Además, nada de usar las mejores uvas porque, total, la calidad mediocre de la materia prima se tapa, precisamente, con ese dulzor.
La norma, entonces, fue usar el descarte de las uvas y, en la mayor parte de los casos, la "sangría" de otros vinos, es decir, el jugo que se extrae de la cuba para que el que queda en ella tenga más color, sabor y estructura en su maceración con los hollejos y pepas. Otra vez, como ven, el rosado hecho de sobras.
Pero eso ha cambiado. Pionero en un estilo más "serio" fue Miguel Torres y sus ricos rosados bajo la marca Santa Digna. El punto de quiebre, en tanto, fue Loica, de Viña Leyda, el primer rosado de pinot noir, una cepa que por lo general se reserva para los tintos porque está de moda y esa moda no suele traspasar al rosé, aunque la palabra "pinot" vaya en la etiqueta.
De ahí en adelante, y por mucho que el rosado siguiese siendo considerado como un vino de vacaciones, se le trató con mayor delicadeza y mayor seriedad. Primero, menos dulzor o, mejor, menos disfraces que ocultaran una materia prima deficiente. Ese fue el paso fundamental. Luego vendrían vinos hechos con las sangrías de tintos de mejor nivel hasta que finalmente emergió una camada de rosados cuyo diseño ya estaba en el viñedo: cuarteles de parras cuyas uvas se protegían del sol con sus hojas para conservar la acidez y los aromas frescos, y una cosecha algo adelantada para obtener esa tensión fresca y eléctrica de los mejores ejemplos de estilo.
Y también, algo importante, fue el contacto con los hollejos, en donde se encuentra el color. Si se deja mucho tiempo en contacto una bolsa de té con el agua caliente, el color termina siendo café. Pero también hay más astringencia y el té termina siendo mucho más pesado, por muy buenas que hayan sido las hojas. Lo mismo con el rosado. El tiempo de contacto, eso de que el rosado es "un vino de una noche", se ha comenzado a entender con mayor claridad. Y no es sólo por el color, sino por lo que las largas maceraciones implican... como en el té.
Todos estos pequeños-grandes detalles no ubican al rosado entre los mejores vinos chilenos, ni mucho menos. Pero sí le dan una dignidad inédita. A continuación -y en orden alfabético- cinco de los mejores rosados hoy en Chile.
BODEGAS RE
Re Pinotel
Pinot Noir Moscatel 2011
Casablanca (14 grados)
$8.500
Una de las propuestas más extravagantes en rosados en Chile, esta es una mezcla de vinos: pinot noir y moscatel. El pinot parece aportar el cuerpo, mientras que el moscatel ese aroma inconfundible a uvas rosadas, como las que uno comía de niño y que aún se encuentran, sobre todo en las ferias. Bébanlo bien helado antes de que se acabe el verano.
CALCU
Calcu
Malbec Syrah Petit Verdot 12 2012
Colchagua (12 grados)
$5.900
Calcú concibe sus rosados desde el viñedo, es decir, selecciona las uvas que irán para el estilo, manejando la parra de determinada forma y, especialmente, cortando antes para que se mantenga el frescor y el bajo alcohol. Este rosado de 12 grados tiene el color clásico de "piel de cebolla", y aromas y sabores tan frescos que casi lo hacen pasar por un tremendo blanco. Ustedes, hagan como que lo es y acompáñenlo de mariscos gratinados.
DE MARTINO
Gallardía
Cinsault 2012
Maule (13 grados)
$6.800
Otro vino que le debe mucho al momento de cosecha, este Cinsault es primo del ahora muy famoso entre fanáticos "Viejas Tinajas", revelación de hace un par de años. Este rosado es ligero y fresco, con un color apenas teñido, pero con una innegable tensión de acidez que lo hace ideal para el aperitivo. Si les quedan vacaciones, este es apuesta segura. Hasta donde he probado, es lo mejor que hay con año 2012 en el mercado, una cosecha cálida que aquí casi no se siente.
MAQUIS
Maquis Rosé
Malbec 2011
Colchagua (12 grados)
$9.900
Bajo el mismo paraguas de Calcú, este es otro vino del enólogo Alejandro Jofré que se concibe desde la viña, pensando en rosados. Y el resultado es delicioso en su simpleza. La pureza de la fruta del malbec (no hay muchas otras cepas que tengan esa alegría frutal) se muestra aquí con un suave dulzor que complementa una acidez punzante.
VIÑA VENTOLERA
Litoral Rosé de Pinot Noir
Pinot Noir 2012
San Antonio (12,5 grados)
$6.500
Aparte de excelentes sauvignon blanc (ojo con su Ventolera 2012), esta viña del Valle de Leyda ha lanzando este año un rosado delicioso, hecho con pinot noir, una cepa que generalmente se reserva para los tintos, porque es cara, porque tiene demanda. Este es un jugo de cerezas, eléctrico, tenso, como el mejor de los blancos.