El mercado asiático siempre ha despertado las ambiciones de los productores de vinos. Tantos chinos, tantos coreanos. Los gerentes de ventas fantaseando con la idea de que, de pronto, a cada uno le diera por beber una copa de vino al día. "¡Lo que venderíamos!".
Pero claro, las cosas no son tan fáciles. Hay que ir a Asia, hay que aprender los códigos, hay que ver las cosas como ellos las ven y hay que convencerlos de que el licor que ellos toman o que la cerveza que ellos han aprendido a beber (y la aprendieron a beber hace cientos de años) no es lo único, que también hay vino y que es bueno. Hay que convencerlos. Y eso cuesta porque, como ya sabemos, son muchos.
Y una de las tantas formas de convencerlos (al menos de que beban vinos chilenos) acaba de ocurrir hace unos días. La décima versión del más importante de los concursos de vinos en Chile, el Annual Wines of Chile Awards, también conocido como AWOCA. Este año, que es ya su décima edición, ha sido enfocado en ese enorme mercado, y para ello se invitaron a distinguidos sommeliers y comunicadores de Japón, China (y Hong Kong) y Corea, más tres miembros chilenos. Marcelo Pino, elegido el mejor sommelier de Chile en 2011, el Master Sommelier Héctor Vergara y quien escribe.
Este año marcó un récord en cuanto a muestras: el jurado tuvo que catar 615 vinos. Pero también fue el año en el que más generosamente se repartieron preseas: 79% de los vinos que concursaron recibieron algún tipo de medalla, y diez por ciento del total se llevaron medalla de oro.
En los tres días que estuvimos catando fue claro que el asunto iba en buen camino. Los asiáticos en general se manifestaron entusiasmados y ya en la final, aunque hubo algún desacuerdo, nos dimos cuenta de que las medallas iban a repartirse con generosidad. Esto, creo, significa que el vino chileno sigue avanzando, pero también -y a la luz de las discusiones que se armaron en las catas- que al jurado extranjero le gustan los vinos chilenos que van por el lado maduro y goloso, los vinos que impactan por su fuerza y a la vez por su suavidad. "En el nivel de conocimiento que el mercado asiático tiene, estos son los vinos que mejor se entienden", dice Fong Yee Walker, representante de China.
Pero a pesar de esa idea en la cabeza, hubo vinos premiados que van algo más allá de la idea de satisfacer al mercado asiático, como Vigno 2009 de García y Schwaderer, una pequeña bodega que cada vez va haciendo cosas más importantes. Un buen ejemplo de ese trabajo es este carignan firme en acidez, rico en notas especiadas y florales que ganó la categoría "otros tintos". Y no sé si es el tinto que le gustaría a un asiático promedio (o a un consumidor promedio, en general), pero es un vino muy rico.
Fue un agrado premiar a ese carignan, como también lo fue premiar a un moscatel como el Reserva 2012 de Santa Carolina. Ya lo hemos dicho: el moscatel viene fuerte y esto es una prueba de que no somos los únicos que lo apreciamos. También lo pueden apreciar, no sé, en Beijing.
Otro de los buenos reconocimientos que dio el jurado asiático-chileno fue al mejor espumante y, por segundo año consecutivo, el premio fue para el Estelado de Miguel Torres, un rosado hecho de cepa país que ya se está convirtiendo en todo un best seller en Chile.
Los grandes ganadores de la competencia este año fueron dos. Cipreses 2011 de la viña Casa Marín, como "Best Premium White", un tremendo acierto, hay que decirlo. Este sauvignon blanc, a pesar de todo lo bueno que se ha hecho por la cepa en tantas zonas costeras de Chile, sigue siendo el que tiene más personalidad y garra de la escena nacional. Uno de esos blancos inolvidables que en la cosecha 2011 alcanzó uno de sus puntos más altos desde que se embotelló por primera vez en 2003.
En tintos, el ganador absoluto fue Don Maximiano Founder's Reserve 2010, una mezcla de cabernet sauvignon, petit verdot, syrah, carmenere y cabernet franc, que no sólo fue elegido como el "Best Premium Red" sino que también como el mejor de todos los vinos que se presentaron este año. Merecido, claro. Este clásico de la escena chilena (se hace desde 1983) tiene en su cosecha 2010 una de sus mejores versiones de los últimos años: menos madera, mayor frescor. Un vino que sigue siendo goloso y amplio, pero muy bueno en su estilo.
En el año 2005, Chile exportó algo menos de dos millones de cajas al mercado asiático. El año pasado esa cifra se empinó por los siete millones de medio de cajas de doce botellas. Un avance importante en un mercado tan difícil y tan tentador al otro lado del mundo.