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Editorial
Sábado 13 de diciembre de 2025
Inteligencia artificial y empleo
El reemplazo de mano de obra por máquinas es real y puede transformar la actual emergencia laboral que vive Chile en un problema permanente. Las medidas de activación del empleo de las dos candidaturas presidenciales no se hacen cargo de este riesgo.
Esta semana, la decisión de la autoridad monetaria de los Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed), de recortar el rango de su tasa de política por tercera vez consecutiva vino a validar las expectativas del mercado. La reducción de 25 puntos básicos dejó el rango en 3,5 a 3,75%, a lo que se sumó un programa de compras de bonos del Tesoro, que apunta a dar estabilidad al mercado financiero vía un aumento de liquidez.
Si bien el anuncio estuvo acompañado por señales que apuntan a solo una reducción adicional en 2026 y otra en 2027 (para llevar la tasa al 3%), el mercado bursátil se mostró optimista y el Dow Jones tuvo varias jornadas positivas, alcanzando máximos históricos.
Un elemento que acaparó interés en esta oportunidad fue la visión que expresó el presidente de la Fed, Jerome Powell, respecto de la evolución del mercado laboral, objeto de reiteradas preguntas de la prensa.
En esencia, la autoridad monetaria —que, a diferencia de las de Chile, tiene como parte de su mandato tomar las medidas necesarias para avanzar hacia el pleno empleo— enfrenta un dilema que revela cuán rápidamente está cambiando la economía estadounidense. Una de las preocupaciones es la posibilidad de que las estadísticas no estén capturando con la velocidad necesaria los impactos que está generando el cambio tecnológico, particularmente la inteligencia artificial (IA), sobre el empleo. Powell dijo que “el enfriamiento gradual del mercado laboral ha continuado” y que “las encuestas de hogares y de empresas muestran una caída en la oferta y demanda de trabajadores”. La interrogante es la posible existencia de un descalce en las estadísticas laborales que, considerando la acotada creación de puestos de trabajo reportada durante los últimos meses, podría incluso significar que en el margen el empleo se haya reducido. Esto sería consistente con la leve tendencia al alza observada en la tasa de desempleo, que en su última medición alcanzó el 4,4% (se ubicaba en 4,1% hace un año).
Estas circunstancias explicarían el nuevo recorte (y potencialmente otros más): a pesar de que los niveles de inflación aún se mantienen distantes del objetivo de política de 2% en 12 meses —fue 3% en septiembre—, un mercado laboral más débil de lo que aparentan las cifras justificaría reducir las restricciones.
Cambio tecnológico como fuente de debilidad
En este panorama comienza a debatirse un factor que, aunque incipiente, ya empieza a moldear las decisiones de empresas y negocios: la inteligencia artificial.
Pese a que algunas firmas importantes han atribuido a la IA recortes de personal o cambios en sus procesos, Jerome Powell, si bien reconoció la importancia del tema, fue cauto: al discutir el gradual deterioro del mercado laboral, planteó que la IA “es probablemente parte de la historia, pero no es la mayor parte de la historia y aún no sabemos si lo será”. Incluso así, la evidencia apunta a que la posibilidad de reemplazar con máquinas tareas realizadas por humanos sí está afectando la creación de puestos de trabajo y los salarios en distintas industrias del planeta (la automotora ha sido un caso de estudio). Según estudios, estos efectos se observan independientemente del nivel de capacitación o educación de los trabajadores.
Otro tema de interés para la Fed producto de la incipiente automatización y robotización de procesos son las ganancias de productividad. Si bien los estudios no han mostrado aún impactos significativos sobre la productividad total de factores, estos no pueden ser descartados en la medida que el cambio tecnológico siga avanzando. Ello tendría el potencial de generar mayores eficiencias, crear nuevas ocupaciones y acotar las preocupaciones frente al enfriamiento del mercado laboral. Y, para la Fed, eso aliviaría la incomodidad propia de dos fenómenos que usualmente no se dan de modo simultáneo: una inflación que no cede y una creación de empleo a la baja.
La emergencia laboral chilena en 2026
La situación del mercado laboral en EE.UU., si bien distante de la realidad chilena, no debe ser obviada.
Producto de una larga secuencia de equivocadas políticas públicas, nuestro mercado ha visto incrementarse significativamente los costos laborales. Los 34 meses consecutivos de desempleo de 8% o superior son solo una de muchas estadísticas que dan cuenta del gigantesco impacto de ello sobre la población.
En este contexto, para emprendimientos que buscan crecer, las máquinas o robots pueden transformarse en alternativas más costo-efectivas que la contratación de personas. De hecho, en algunos de los sectores más importantes, esto ya es una realidad. Es el caso de la minería, donde la automatización ha avanzado con fuerza y los sindicatos deberían tomar nota, considerando las onerosas condiciones que han ido imponiendo en los procesos de negociación colectiva.
Así, el negativo legado de la administración Boric en materia de rigidización y encarecimiento del empleo formal podría tomar un giro incluso más complejo a partir de 2026. El cambio tecnológico tiene el potencial de expandirse con rapidez en un mercado laboral ahogado por la regulación. Esta posibilidad debe ser anticipada por la siguiente administración, que deberá impulsar medidas innovadoras que vayan mucho más allá de lo que han presentado hasta ahora las dos candidaturas que se enfrentarán mañana.