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Editorial
Martes 02 de diciembre de 2025
Venezuela, “todo en la mesa”
Si Trump solo pretendiera presionar, no estaría haciendo tal exhibición de su poderío marítimo, sostienen analistas.
Aumenta la tensión en el Caribe, con Donald Trump enviando señales cada vez más explícitas a Nicolás Maduro y su entorno, las que crean incertidumbre sobre cuáles serán los siguientes pasos de Estados Unidos en lo que dice es un combate al narcoterrorismo. Ayer, Trump se reunió con su equipo de defensa y seguridad nacional para determinar la estrategia a seguir. “Nada está fuera de la mesa, y todo está en la mesa”, afirmó Pete Hegseth, el secretario de Guerra, al referirse a la denominación del cartel de los Soles como organización terrorista y cuáles eran las opciones que eso daba al Presidente para lidiar con Maduro. Hegseth, a su vez, está en el centro de una controversia, pues se le acusa de haber autorizado, en septiembre, un segundo ataque letal contra sobrevivientes de uno de los botes supuestamente cargados de drogas que son blanco de las fuerzas norteamericanas.
Hay inquietud porque aún no se despeja la principal incógnita: ¿Atacará EE.UU. a Venezuela? El despliegue naval en el Caribe —el mayor en décadas—, la autorización a la CIA para realizar operaciones encubiertas y las declaraciones de Trump y su entorno parecieran dar la razón a quienes piensan que Washington se lanzará a una aventura de “cambio de régimen”, disparando misiles contra infraestructura crítica y desembarcando tropas y fuerzas especiales en las costas, para llegar hasta el Palacio de Miraflores y capturar a Maduro. Algunos analistas militares sostienen que si Trump no estuviera decidido a usar la fuerza y solo pretendiera presionar, no estaría haciendo tal exhibición de su poderío marítimo, ni declarando que el espacio aéreo venezolano está “cerrado totalmente”. Posicionar esos recursos, dicen, no es una estrategia contra narcolanchas, sino para operaciones más complejas.
Hasta ahora, Trump (un crítico de operaciones como la de Irak, que botó a una dictadura pero terminó mal) ha sido ambiguo sobre los objetivos, amenazando, pero siempre enfatizando que los operativos tienen que ver con el combate al narcoterrorismo. Confirmó su conversación telefónica con Maduro, pero nada dijo de su contenido, aunque se ha especulado que le habría dado un ultimátum para dejar el poder, con una salida al exilio acompañado de sus principales secuaces, Vladimir Padrino, Diosdado Cabello y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez. Esta había sido mencionada como una sucesora eventual en un gobierno de transición, pero al parecer eso ya está descartado. También se habría desechado que la Casa Blanca haga negociaciones que incluyan algún tipo de contratos de petróleo y otros recursos a cambio de la permanencia del régimen. En cambio, se multiplican las referencias a que Maduro no es un gobernante legítimo y que lidera un cartel.
En Caracas, el líder chavista se atrinchera con sus leales y no hay, hasta ahora, muestras de fracturas en el régimen. La recompensa de 50 millones de dólares por su cabeza no ha sido un incentivo suficiente para que los militares le quiten el apoyo, sabiendo que cualquier “traición” se paga muy caro en el chavismo. Mientras, Maduro busca aliados desesperadamente. Ayer envió un mensaje a la OPEP, “para combatir la agresión de EE.UU. que atenta contra la producción de petróleo y la estabilidad de los mercados globales”. Quien ya solidarizó fue Gustavo Petro, el cual, desafiando a Trump, ordenó reanudar los vuelos desde Colombia. Una ayuda, por cierto, insuficiente para sostener la dictadura.