La elección de ayer no admite dudas. A menos que ocurra una sorpresa mayor, José Antonio Kast es el próximo Presidente de Chile. Jeannette Jara no tiene dónde ir a buscar votos y su máxima aspiración será llegar al 38% del Apruebo.

El discurso de uno y otro, la puesta en escena de uno y otro, las caras de uno y otro, eran el mejor pronóstico de lo que viene. El viento de la derrota calaba los huesos en un comando de Jara que tempranamente quedó vacío.

Así las cosas, lo primero que se debe tener claro es que el voto obligatorio volvió a hacerlo de nuevo: el oficialismo sufre una tercera derrota severa en su mandato. Hace apenas seis años la izquierda campeaba en medio de la borrachera del estallido social. Hoy solo queda la resaca de aquello. Apenas un 26% de los votos para la candidata oficialista y un mal resultado en el Parlamento.

De alguna manera lo vivido ayer no es otra cosa que justo lo contrario a lo vivido en 2019. Un antiestallido. Una demanda por orden y progreso.

La izquierda entrará en una larga travesía del desierto y serán muchos quienes culpen de la derrota al hecho de haber sido demasiado moderados. Así las cosas, es posible que en cuatro años más intentarán levantar banderas más radicales y nuevamente refundacionales. Y es posible que sea el propio Presidente Boric quien lo haga.

? Chile Vamos, si bien salvó algunos muebles en la elección parlamentaria, no solo sufrió el sorpasso por parte del P. Republicano, sino que nuevamente ha hecho un papelón presidencial en una de las campañas más malas que recuerde la historia. Hace seis meses Evelyn Matthei era líder indiscutida, y llegó quinta, principalmente por culpa de los errores propios más que de los bots. Nunca quedó claro su mensaje, nunca logró articular su domicilio, nunca se supo a quién le hablaba.

? La gran sorpresa fue Parisi. Enarbolando un populismo de manual, logró congeniar con un sector importante de la población. El lema “ni facho ni comunacho” denostado en las tres comunas, le puede haber hecho sentido a un grupo importante de la población. Parisi apeló al voto de centro de una clase media aspiracional a la que no le chocaron los dichos de “enchular a la vieja” o de “tunear autos”. Lo de Parisi es un fenómeno similar al que representó en algún momento Francisco Javier Errázuriz. Y tal como fue la UCC, su partido personal, el PDG se transformará en una bisagra incierta del próximo Parlamento, manejada desde Estados Unidos por el candidato del 19%. En la actual legislatura el Partido de la Gente terminó desapareciendo. En la futura legislatura puede terminar cobrando precios muy caros por los apoyos que requiera el gobierno o la oposición.

Si Kast logra sumar al PDG a algunas iniciativas emblemáticas, le permitiría una cómoda mayoría en la Cámara. Si no lo suma, quedará en una feble posición parlamentaria. En el Senado, por su parte, la incertidumbre es mayor, puesto que es poco claro que pueda disponer de los dos senadores de Demócratas. Las derechas se enfrentan a un Senado empatado, pero con votos difíciles de sumar.

Así las cosas, José Antonio Kast enfrentará —en caso de ratificarse el triunfo— una mayoría incierta. Con una oferta de orden muy clara y cautivadora, pero muy difícil de cumplir. Una luna de miel que será corta y que exigirá resultados concretos inmediatos. Un desafío colosal en un país cada vez más impaciente.

Francisco Covarrubias