Señor Director:

La vejez parece volverse un problema en una época que exalta lo nuevo y rápido. Tengo 70, y ya algunos colegas jóvenes me enviaron simbólicamente al sarcófago académico. Comprendo la ansiedad transformadora de las nuevas generaciones, pero preocupa el desdén con que a veces se mira a quienes ya han vivido.

En una jornada reciente sobre humanización en salud, escuché una anécdota sobre monos jóvenes que cambiaban hábitos mientras los viejos se resistían. La moraleja era clara: el cambio viene de los nuevos. Pero, ¿qué pasa con la sabiduría acumulada de los mayores?

En “Soylent Green”, Charlton Heston descubre que los viejos, “retirados de circulación”, terminaban convertidos en alimento. Una metáfora brutal, pero vigente: una sociedad que prescinde de sus mayores acaba devorándose a sí misma.

Quizás debiéramos reconstruir el círculo virtuoso entre generaciones: los jóvenes para construir el futuro y los viejos para darle sentido. No caridad, sino reconocimiento. Porque quienes ya han vivido también tienen algo que decir.

Dr. Marcos Vergara Iturriaga
Director Instituto de Neurocirugía