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Editorial
Miércoles 29 de octubre de 2025
Cambio de actitud frente al futuro
No es casual que las personas hoy piensen que entregarle la responsabilidad de su futuro bienestar al Estado no es una buena idea.
La última Encuesta Bicentenario, de la Pontificia Universidad Católica —este 2025 la iniciativa cumple 20 años—, arroja luces del cambio de actitud que la población está teniendo de cara al futuro, tanto respecto del país como en lo que toca a cada persona individualmente. Cuando se les pregunta a los encuestados si la preocupación y responsabilidad sobre el propio bienestar recaen en el Estado o en la persona, solo un 28% responde que en el Estado, contra un 42% que considera que en la persona, en circunstancias que hace tan solo 4 años los números estaban prácticamente invertidos (42% y 27%, respectivamente). Luego, ante la pregunta de si en 10 años plazo Chile habrá alcanzado la meta de ser un país desarrollado, un 59% de los consultados este año piensa que sí, frente a un 40% en 2021 y un 71% en 2009.
Aun así, solo un 17% piensa que cualquier trabajador puede comprar su propia vivienda (55% en 2009 y 13% en 2023); apenas un 21% cree que un pobre puede salir de la pobreza, y un 38%, que un joven inteligente sin recursos puede ingresar a la universidad; asimismo, un 31% cree que cualquier persona puede establecer su negocio independiente y un similar 31% que lo puede convertir en una empresa grande, aunque solo un 6% piensa que cualquier trabajador puede alcanzar una pensión digna. Es decir, la mirada de futuro anota cambios importantes respecto del pasado reciente, pero subsisten dudas y un cierto escepticismo en torno a las perspectivas de movilidad social a la que las personas puedan aspirar hacia adelante.
Una forma de interpretar las respuestas más optimistas es que el país está saliendo de la profunda crisis que se desató a partir de los sucesos de octubre de 2019, que oscurecieron el panorama futuro (si bien la propia crisis se venía larvando, en buena medida, precisamente por la frustración de expectativas a que la población se vio enfrentada al disminuir el ritmo de crecimiento, a mediados de la década pasada). Muy probablemente, la sensación de dejar ese período atrás permite a las personas mirar con mayor esperanza el porvenir y volver a creer en la posibilidad de alcanzar el desarrollo. Al mismo tiempo, en un escenario de salida de crisis como el que estamos viviendo, el esfuerzo personal juega un papel clave, y más decisivo que el aporte del Estado, para lograr las metas de bienestar que cada persona se ha fijado. Esta es una respuesta que ha tenido altos y bajos a lo largo de los años, probablemente porque está asociada con el estado emocional de la sociedad en un momento determinado respecto de la movilidad social, la rigidez de las estructuras de poder y la eficacia del aparato público para ir en ayuda de los ciudadanos. En lo que concierne a esto último, es notorio que hoy estamos viviendo un momento en que nuestro Estado da muestras crecientes de incapacidad para realizar sus funciones de manera correcta (mal uso de las licencias médicas durante largo tiempo por parte de sus funcionarios sin que ello se detectase, largas listas de espera para las cirugías en los hospitales públicos, una provisión de educación básica y media pública plagada de problemas, entre muchos otros ejemplos), de manera que no es casual que las personas piensen que entregarle la responsabilidad de su futuro bienestar no es una buena idea.
Todo ello se está traduciendo en los resultados que arrojan las encuestas para las próximas elecciones presidenciales. La candidata que representa la continuidad de la actual coalición de gobierno, cuyos planteamientos políticos fueron responsables del quiebre de expectativas ocurrido a mediados de la década pasada, y cuyas soluciones para remediarla solo consiguieron ahondar los problemas, aparece con pocas chances de ganar la segunda vuelta, a pesar de liderar la primera. En otras palabras, el eventual cambio de gobierno que ocurra a partir de marzo del próximo año posiblemente está mejorando las expectativas de la población, y eso ha dado lugar, a su vez, al cambio en las respuestas recogidas más arriba. Lo que involucra, por cierto, una gran responsabilidad para quien resulte ganador en esos comicios.