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RenovarEditorial
Martes 21 de octubre de 2025
Bolivia gira a la derecha
Más allá de restablecer la institucionalidad democrática y la reinserción global, el gobierno de Paz deberá enfrentar el virtual colapso económico en que el MAS deja al país.
Con la elección del Presidente Rodrigo Paz se podría iniciar un ciclo histórico de estabilidad, de recuperación económica y de reinserción internacional para Bolivia.
Profundos cambios podría, en efecto, experimentar ese país luego del triunfo, con el 54,57% de los votos, de Paz, candidato de centroderecha del Partido Demócrata Cristiano, por encima del 45,43% de su oponente, Jorge “Tuto” Quiroga, liberal de derecha, de la Alianza Libertad y Democracia. El recuento preliminar registra el 97% de la votación.
El cambio de ciclo político se había anticipado el 17 de agosto, en la primera vuelta presidencial y renovación del Congreso, con la contundente derrota del Movimiento al Socialismo (MAS), que bajo tres presidencias de Evo Morales y la del saliente Presidente Luis Arce, recurriendo al socialismo, monopolizó por cerca de 20 años los tres poderes, instituciones, empresas y servicios del Estado boliviano, conculcando libertades y derechos fundamentales, incluida la libertad de prensa.
El Presidente electo contempla reformas económicas con amplios espacios para la iniciativa privada; inserción boliviana con regímenes democráticos, en vez de la actual dependencia de Venezuela, Cuba, Irán, Rusia y China; y restauración de la independencia del Poder Judicial, para combatir la corrupción y el narcotráfico, y terminar con las persecuciones y encarcelamientos de opositores, práctica habitual de Morales y Arce.
Más allá de restablecer la institucionalidad democrática y la reinserción global, el gobierno de Paz deberá enfrentar el virtual colapso económico boliviano, con durísimos ajustes fiscales, monetarios y cambiarios, y estímulos a la inversión, especialmente en los sectores de hidrocarburos y en la minería, sus mayores ventajas comparativas.
La situación boliviana es alarmante: inflación del 18% anual, la más alta en 40 años; reservas internacionales prácticamente agotadas, las que no superan los 100 millones de dólares, habiendo disminuido desde 13 mil millones de dólares hace una década; un déficit fiscal que alcanza al 12% del PIB; deuda pública del 92% del PIB; un tipo de cambio oficial fijo de 6,96 bolivianos por dólar, en circunstancias de que la moneda estadounidense se transa en el mercado a más del doble, y escasez aguda de divisas, que causa desabastecimiento de combustibles y otras importaciones esenciales.
La elección de Rodrigo Paz ha sido celebrada en la comunidad de naciones, en particular por Estados Unidos, que ha expresado el interés de trabajar con el nuevo gobierno, poniendo término al desencuentro que culminó con la expulsión del embajador norteamericano en Bolivia, en 2008. Para Chile, el cambio de gobierno puede ampliar la cooperación en el combate del narcotráfico y la migración ilegal. Con todo, sigue complicando la relación bilateral el artículo 268 de la Constitución boliviana, que pretende soberanía marítima y territorial irrenunciable sobre territorios chilenos.
Profundos cambios podría, en efecto, experimentar ese país luego del triunfo, con el 54,57% de los votos, de Paz, candidato de centroderecha del Partido Demócrata Cristiano, por encima del 45,43% de su oponente, Jorge “Tuto” Quiroga, liberal de derecha, de la Alianza Libertad y Democracia. El recuento preliminar registra el 97% de la votación.
El cambio de ciclo político se había anticipado el 17 de agosto, en la primera vuelta presidencial y renovación del Congreso, con la contundente derrota del Movimiento al Socialismo (MAS), que bajo tres presidencias de Evo Morales y la del saliente Presidente Luis Arce, recurriendo al socialismo, monopolizó por cerca de 20 años los tres poderes, instituciones, empresas y servicios del Estado boliviano, conculcando libertades y derechos fundamentales, incluida la libertad de prensa.
El Presidente electo contempla reformas económicas con amplios espacios para la iniciativa privada; inserción boliviana con regímenes democráticos, en vez de la actual dependencia de Venezuela, Cuba, Irán, Rusia y China; y restauración de la independencia del Poder Judicial, para combatir la corrupción y el narcotráfico, y terminar con las persecuciones y encarcelamientos de opositores, práctica habitual de Morales y Arce.
Más allá de restablecer la institucionalidad democrática y la reinserción global, el gobierno de Paz deberá enfrentar el virtual colapso económico boliviano, con durísimos ajustes fiscales, monetarios y cambiarios, y estímulos a la inversión, especialmente en los sectores de hidrocarburos y en la minería, sus mayores ventajas comparativas.
La situación boliviana es alarmante: inflación del 18% anual, la más alta en 40 años; reservas internacionales prácticamente agotadas, las que no superan los 100 millones de dólares, habiendo disminuido desde 13 mil millones de dólares hace una década; un déficit fiscal que alcanza al 12% del PIB; deuda pública del 92% del PIB; un tipo de cambio oficial fijo de 6,96 bolivianos por dólar, en circunstancias de que la moneda estadounidense se transa en el mercado a más del doble, y escasez aguda de divisas, que causa desabastecimiento de combustibles y otras importaciones esenciales.
La elección de Rodrigo Paz ha sido celebrada en la comunidad de naciones, en particular por Estados Unidos, que ha expresado el interés de trabajar con el nuevo gobierno, poniendo término al desencuentro que culminó con la expulsión del embajador norteamericano en Bolivia, en 2008. Para Chile, el cambio de gobierno puede ampliar la cooperación en el combate del narcotráfico y la migración ilegal. Con todo, sigue complicando la relación bilateral el artículo 268 de la Constitución boliviana, que pretende soberanía marítima y territorial irrenunciable sobre territorios chilenos.
