Icare, entidad organizadora del tradicional Encuentro Nacional de la Empresa (Enade), decidió invitar a la contralora general de la República, Dorothy Pérez, para que hiciera una de las presentaciones en la reunión de este año. Nunca antes la Contraloría había participado en esta instancia en esa calidad. Seguramente, la idea se debió a la notoriedad que tuvo su Consolidado de Información Circularizada (CIC) Nº 9, mediante el cual obtuvo la información de los funcionarios públicos que habían viajado fuera del país a pesar de haber presentado una licencia médica que los obligaba a guardar reposo. Ello causó gran impacto no solo por la cantidad de funcionarios involucrados —más de 25.000—, sino por la fuerza e iniciativa que mostró para realizar esa fiscalización y dar a conocer sus resultados y, además, por la eficacia del sencillo procedimiento utilizado.

Adicionalmente, la contralora ha impulsado otras fiscalizaciones relevantes, detectando, por ejemplo, que en cientos de controles de vehículos realizados por la policía, a pesar de estar estos siendo buscados, no se hizo el cruce respectivo que hubiese permitido recuperarlos; lo mismo con personas que tenían orden de detención y que, cuando fueron controladas, no se consultaron los registros del caso. Asimismo, ha detectado atrasos de cientos de días en la respuesta que ciertos organismos deben dar a consultas del público o empresas, autorizaciones para portar armas emitidas a personas fallecidas, y otros hallazgos de un tenor similar. Este esfuerzo por fiscalizar comportamientos que efectivamente provocan daños al erario nacional y al funcionamiento del Estado marca un sello que merece ser valorado, en contraste con caducas formas de fiscalización que apenas se quedan en lo procedimental.

En su presentación, Pérez realizó un didáctico esfuerzo por informar a la audiencia la labor que realiza la Contraloría, sus distintas funciones y la manera en que las lleva a cabo. Lo hizo con sobriedad y claridad, transmitiendo las mejores cualidades que se esperan de una funcionaria pública. Sin embargo, por momentos sus planteamientos pudieron parecer apartarse de ello, al hacer referencias a otros ámbitos de la actividad nacional y al curso que el país debía tomar en ciertas materias. Es probable que tal percepción esté más vinculada con la calurosa recepción de una audiencia ansiosa de liderazgos que permitan recuperar la confianza en el servicio público que con alguna intención de ella de asumir formas de participación en el debate incompatibles con la naturaleza de sus actuales funciones.

En cualquier caso, el que la contralora haya planteado al país cómo se fiscaliza y cómo eso permite obtener resultados, desarticulando malas prácticas que se han entronizado por años, resulta notable y prueba que sí es posible avanzar hacia un mejor Estado.