Un intenso debate abrieron en su sector las declaraciones de la exministra Carolina Tohá respecto de la aproximación de la izquierda a los temas de seguridad pública.

En un conversatorio en Francia ante estudiantes de ciencia política, la excandidata del Socialismo Democrático sostuvo que “hay dos tentaciones muy difíciles de resistir para un gobierno progresista en el tema de la seguridad. Una es el populismo penal. Y dos, los complejos de izquierda”. Más adelante ahondó en “los complejos de izquierda que le tienen como alergia a la policía, le tienen alergia al orden público, a hacer cumplir la ley”.

Obviamente, las frases de Tohá fueron parte de una conferencia más extensa y sería equivocado interpretarlas literalmente. Con todo, la enorme discusión generada por su metáfora de la “alergia” es la mejor prueba de que tocó una fibra sensible. Y lo hizo, además, con el aval de lo vivido por ella cuando debió asumir las tareas de seguridad pública en un gobierno que había llegado al poder sin considerar esa como una prioridad.

Cabe recordar, en efecto, que Tohá juró como ministra del Interior luego de la dura derrota sufrida por el oficialismo en el plebiscito de 2022. Dicho fracaso, marcó el epílogo de la fiebre octubrista que durante los tres años previos se había apoderado de la izquierda y llevado a buena parte de ese sector a no solo evitar condenar, sino que en muchos casos mantener una mirada complaciente frente al desborde del orden público y a la violencia. Pero, para sorpresa de quienes creyeron ver en la “vía de los hechos” el inicio de una nueva era para Chile, una amplísima mayoría de ciudadanos repudió aquello y colocó la recuperación plena del Estado de Derecho al tope de sus demandas, entendiendo que el efectivo imperio de la ley es el mínimo democrático sobre cuyas bases se hace posible la convivencia.

Sin embargo, no fue fácil para Tohá lograr el apoyo del oficialismo para su agenda. De hecho, aunque el Gobierno —frente a cifras que distan de ser satisfactorias— destaca como su gran logro en seguridad pública el despacho de un amplio conjunto de reformas legales, una parte significativa de estas fueron aprobadas con los votos de la oposición, mientras el oficialismo se dividía. Más aún, partidos de la coalición gobernante, como el PC, cuestionaron operativos policiales, llegando a calificarlos como un montaje. Así, las palabras de Tohá sobre los problemas de la izquierda para hacerse cargo de los temas de seguridad parecen en definitiva la conclusión de su propia experiencia. Por lo mismo, cabe de paso imaginar el desconcierto que deben haberle significado, durante la campaña de primarias, las críticas de la abanderada comunista, Jeannette Jara, por su gestión en estas materias... gestión recurrentemente torpedeada por el partido de Jara.

En su intervención en París, la exministra del Interior hizo notar el impacto electoral de estos temas y cómo el miedo que la inseguridad instala favorece las opciones de lo que llamó la “ultraderecha”, un término al que la izquierda suele recurrir en sus propias campañas del terror para descalificar a adversarios. Más allá de eso, sin embargo, hay en su reflexión un punto importante, al recordarle a su sector que las mayores víctimas de la delincuencia y del quebrantamiento de la ley no son los poderosos, sino los grupos sociales más vulnerables.