La liberación de los rehenes israelíes que estuvieron dos años en manos de Hamas es el inicio de lo que puede ser un gran paso hacia la paz en Medio Oriente. El acuerdo que logró Donald Trump, con su estilo diplomático poco convencional, debe aplaudirse, a pesar de las innumerables incógnitas, porque termina con las penurias de los capturados y sus familias, y también con las de la población de Gaza, que sufrió la dura represalia israelí por la masacre de octubre de 2023.

Trump tuvo sus momentos de gloria ayer tanto en Israel como en Egipto, donde una veintena de líderes mundiales, incluidos europeos y árabes, le reconocieron el importante papel que jugó para frenar la guerra. Sin embargo, el cese el fuego y la entrega de los rehenes, junto con la liberación de prisioneros palestinos, constituyen apenas la primera fase del plan que, en sus 20 puntos, pretende no solo poner fin a la crisis en Gaza, sino explorar una salida al problema palestino, que incluso podría generar las condiciones para la creación de un Estado. Ayer Trump no mencionó esta posibilidad, pero sí estuvo acompañado de europeos y árabes que la promueven como lo único que puede traer la paz.

En lo inmediato, el punto focal es Gaza y cómo llevar la ayuda para resolver la crisis humanitaria desatada por la guerra, pero también cómo avanzar en las siguientes fases del plan, cuya implementación será objeto de negociaciones complicadas. Las tropas israelíes se retiraron de casi la mitad del territorio, y a pesar de que uno de los puntos clave del plan es que Hamas debe desarmarse y no ejercer un papel en la gobernanza de Gaza, EE.UU. permitió a los milicianos, temporalmente, velar por el orden. Esto ya derivó en una treintena de muertos cuando fuerzas de Hamas se enfrentaron a un clan armado por el control de un edificio. El tema de la seguridad del territorio y la conformación de una fuerza multinacional para ese efecto es prioritario, y debe resolverse con urgencia. Lo mismo la cuestión del gobierno. El plan señala que la Autoridad Palestina, que controla Cisjordania, debe reformarse antes de jugar un papel en Gaza, que estará supervisado por el “Directorio de la paz”, que todavía no está nombrado. Trump, que lo presidirá, dijo que debe ser amplio e incluir a representantes de los países árabes que aportarán recursos para la reconstrucción. Eso tomará tiempo y, en el intertanto, Hamas, que no ha aceptado formalmente entregar las armas, podría intentar retomar control, lo que a su vez provocaría una respuesta israelí inmediata.

Para evitar un escenario como ese, deben crearse condiciones para que la paz sea duradera. Egipto, Qatar y Turquía han sido fundamentales para llegar a este punto y seguirán muy involucrados en las negociaciones, junto con el enviado de Trump, Steve Witkoff, un actor esencial para el acuerdo, y también lo serán para resolver temas como la gobernanza de Gaza, la reconstrucción y, sobre todo, la seguridad. Hamas habrá salido derrotado, pero no fue eliminado. Los países árabes, especialmente los del Golfo que pondrán los recursos para la reconstrucción, son los más interesados en que la violencia no se reanude, y son ellos, y en particular Qatar, quienes tienen influencia sobre los milicianos. No será un proceso corto ni fácil, pero hay esperanzas en que se transforme en algo significativo.