Señor Director:

La polémica por el uso, en la Bienal de Arquitectura, de iglesias vandalizadas durante el estallido social revela una contradicción: nos incomoda verlas convertidas en espacios culturales, pero no nos escandalizó su abandono previo. Eso también es vandalismo: el del olvido institucional y ciudadano.

Mostrar la ruina no banaliza el daño, lo enfrenta. El patrimonio no se defiende escondiendo sus heridas, sino haciéndolas visibles para repensar lo que destruimos.

La muestra en espacios abandonados expone las heridas en nuestra arquitectura y patrimonio, abriéndose al debate ciudadano y sus diferentes actores.

Francisca Pulido
Académica Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad Finis Terrae