Señor Director:

A propósito de la réplica de Louis de Grange a mi carta del sábado, donde sin evidencia me acusa de falta de ella, algunas precisiones:

Me alegro que por fin tengamos una solución con financiamiento asegurado para un diseño permanente de un sector tan importante como calle Bandera. Espero, tal como dice De Grange, que dicha decisión se sustente en cifras recientes sobre movilidad, actividad económica o impacto ambiental que justifiquen técnicamente la reapertura. Si no es así, estaremos ante una nueva inversión gigantesca del Ministerio de Transportes privilegiando a los buses por sobre la movilidad activa.

Según datos del propio MTT, más del 80% de los desplazamientos diarios hacia la comuna se realizan por medios distintos al transporte público motorizado. Reabrir un tramo de menos de 400 metros no resuelve la congestión estructural ni mejora la accesibilidad, y solo reduciría los tiempos de viaje en siete minutos para dichos servicios.

El proyecto original de peatonalización, implementado entre 2017 y 2019, aumentó en más del 30% el flujo peatonal y elevó las ventas del comercio local, según el Observatorio de Ciudades UC. Hoy el problema no es el diseño urbano, sino la falta de gestión, seguridad y mantención.

De prosperar el corredor de buses, ¿quién va a financiar los cerca de 2 mil millones que se necesitan? ¿Quién va a mantener el paso bajo nivel? ¿Quién garantiza que esa mantención será mejor que la del paso Santa Lucía? El Gobierno Regional Metropolitano tiene un diseño listo para una peatonalización definitiva, con comercio, iluminación y seguridad, así como la voluntad de invertir y administrar.

Es momento de preguntar por qué el MTT accedió a que se invirtieran 300 millones en ese diseño para consolidarlo como paseo peatonal, y después cambió de opinión para apoyar el corredor de buses de los 7 minutos.

Persistir en medidas fragmentadas —sin estudios públicos de demanda ni coordinación entre Metro, Serviu, Transportes, GORE y la Municipalidad— perpetúa el desorden institucional. El resultado es una ciudad sin articulación, donde las decisiones técnicas carecen de visión metropolitana.

En esto concuerdo con De Grange: reabrir Bandera sin sustento empírico ni planificación integrada es repetir los errores de una ciudad que todavía no decide quién la gestiona.

Pablo Allard
Decano Facultad de Arquitectura UDD