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Editorial
Domingo 21 de septiembre de 2025
La Presidencia solo la puede perder la derecha
Está en el mejor interés del país, que requiere con urgencia un cambio en la orientación y gestión de las políticas públicas, que la legítima disputa entre las candidaturas de Kast y Matthei no termine debilitando la opción de quien pase a segunda vuelta.
Esta semana comenzó oficialmente la campaña presidencial y parlamentaria, al iniciarse el período de propaganda electoral por medios de comunicación y plataformas digitales y por activistas o brigadistas en la vía pública. Puesta en una situación expectante como pocas veces en nuestra historia, la oposición liderada por candidatos y partidos de derecha y centroderecha —se incluyen además agrupaciones y destacadas figuras de centroizquierda— tiene buenas posibilidades no solo de alcanzar la Presidencia de la República, sino también de obtener una mayoría en ambas cámaras del Congreso.
En la carrera presidencial, el favoritismo lo tienen José Antonio Kast y Evelyn Matthei. Cualquiera de ellos que pase a segunda vuelta, según lo muestran todas las encuestas, tendría la primera opción de llegar a La Moneda. Y es que la candidatura oficialista representada por Jeannette Jara carga con el lastre de ser percibida como la continuadora de un gobierno que suscita un altísimo rechazo en áreas tan sensibles como seguridad ciudadana, economía, empleo, salud y vivienda, entre otras. A ello hay que sumar su militancia en el Partido Comunista, cuestión que genera una natural aprensión en un sector mayoritario de la población. Las críticas más elocuentes en este último sentido no es necesario buscarlas en la derecha, sino que han venido de Carolina Tohá durante la campaña de las primarias del oficialismo cuando sostuvo que “no soy partidaria de que el Partido Comunista gobierne el país” y, además, que “donde ha gobernado (el PC) en el mundo, los países se han estancado socialmente y ha cundido la pobreza”. Frente a lo categórico de estas palabras, el tibio apoyo que le brinda hoy a la candidatura de Jara es para cualquier observador poco convincente.
Es más, la campaña de Matthei, como nunca antes lo había hecho una candidatura de derecha, ha logrado atraer a importantes sectores de la centroizquierda. El que, por ejemplo, un número significativo de exministros de la Concertación la apoyen (hasta ahora son 16 de forma explícita, pero seguramente muchos más votarán por ella) da cuenta de las dificultades prácticamente insalvables de la candidata del oficialismo en una segunda vuelta.
Solo una cadena de errores y conflictos internos entre las opciones de derecha podría abrirle una oportunidad a Jara. Por ello, está en el mejor interés del país, que requiere con urgencia un cambio en la orientación y gestión de las políticas públicas, que la legítima disputa entre las candidaturas de Kast y Matthei no se desborde con descalificaciones y termine debilitando la opción de quien, en definitiva, pase a segunda vuelta. Además es obvio que cualquiera de ellos que gane necesitará al otro sector para conformar gobierno o, al menos, para sacar adelante sus proyectos en el Congreso. De ahí que sería un error de proporciones que las dirigencias partidarias no entendieran lo que está en juego en los próximos dos meses.
La esquiva mayoría parlamentaria
En materia parlamentaria, aunque si bien es más difícil que el desafío presidencial, la posibilidad de la oposición de obtener una mayoría en la Cámara y el Senado está abierta. Si hubiera ido en una sola lista o al menos hubiera actuado de forma coordinada sobre todo en las regiones que eligen solo dos cupos en el Senado (en la práctica se repite allí el sistema binominal), estaría en una inmejorable posición de alcanzar esa ansiada mayoría. Cabe recordar que en las últimas elecciones, el hecho de ir en listas separadas le costó a la oposición tres o más gobernaciones, incluso algunas en que obtuvo más del 50% de los votos.
A los errores y falta de generosidad al confeccionar las listas, se agrega ahora la exclusión de la candidatura por parte del Tricel de la senadora Ximena Rincón —quien iba en un cupo de Chile Vamos representando al partido Demócratas—, que era quizá la carta más fuerte en la Región del Maule. Su candidatura la echarán de menos en el sector, y podría implicar la pérdida de un escaño. Con todo, el que el oficialismo haya ido en dos listas parlamentarias (también en el Maule) hace que las posibilidades de lograr esa mayoría sigan vigentes.
Como han manifestado diversos analistas, las situaciones más complejas para la oposición en el Senado se dan en Atacama (de forma inentendible la oposición no va unida, y existe el riesgo cierto de que el oficialismo obtenga los dos cupos) y Aysén (la candidatura de Calisto que finalmente va con el oficialismo y una mala confección de la lista podrían implicar que la oposición no obtenga ningún escaño). Hay también otros lugares en que las disputas serán cerradas para lograr un escaño, pudiendo la oposición haber evitado estos riesgos.
De ahí que se entienda que algunas figuras de la oposición —entre ellas, el expresidente de la UDI Pablo Longueira— estén advirtiendo que se deben considerar las encuestas en las regiones binominales, y que las dirigencias o líderes del sector hagan un llamado a votar y apoyar económicamente a quien tenga las mejores posibilidades, sea de una lista u otra. Una forma in extremis y nada fácil de implementar para buscar corregir situaciones que jamás debieron producirse, sobre todo si uno de los objetivos declarados era alcanzar una mayoría en el Congreso.