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Editorial
Viernes 19 de septiembre de 2025
El llamado de Chomali
La ética pública no solo concierne a quienes tienen posiciones de poder, sino que también se juega en la conducta de cada ciudadano.
Incluso al margen de convicciones religiosas, el Te Deum en la Catedral constituye uno de los hitos de las celebraciones patrias. Desde luego, es otra expresión del ánimo de unidad que caracteriza estas fechas, pero además es una oportunidad para que las autoridades del ámbito eclesiástico entreguen su contribución a la discusión de los problemas que enfrenta el país. De hecho, la homilía que cada año pronuncia el arzobispo de Santiago suele ser un barómetro revelador de las preocupaciones nacionales. En efecto, junto a temas que resultan especialmente sensibles para la Iglesia Católica —como, este año, los proyectos sobre aborto libre y eutanasia, fuertemente cuestionados por el cardenal Fernando Chomali—, la intervención de la máxima autoridad de la Iglesia capitalina incluye una mirada amplia del acontecer.
En este sentido, monseñor Chomali propuso al país tres grandes desafíos que, cabe reconocer, apuntan a áreas especialmente relevantes y que interpelan al conjunto de la sociedad, incluidos creyentes y no creyentes. Así, el arzobispo llamó a recuperar la dimensión ética de la vida, promover el valor de lo comunitario y convocar a la construcción de un proyecto común. Cabe reconocer que cada uno de esos puntos involucra ámbitos que resultan críticos. Así, el llamado a recuperar los niveles éticos de la vida personal y en comunidad resuena con especial fuerza en un año en que nuevamente las faltas a la probidad han impactado a los chilenos. Acertado fue en ese sentido el contraste que el arzobispo hizo entre las largas listas de espera que se acumulan en los servicios de salud y el escándalo de los abusos de licencias médicas por parte de funcionarios públicos que, con su actuación, han enlodado injustamente a quienes trabajan en el Estado con dedicación y responsabilidad. Suelen abordarse los asuntos de ética pública como una cuestión que solo concierne a terceros, en particular a quienes tienen posiciones de poder. La homilía de Chomali, sin embargo, y sin dejar de interpelar a quienes desempeñan altas responsabilidades en el Estado y en el mundo empresarial, hizo hincapié también en la conducta cotidiana de los ciudadanos, recordando que acciones aparentemente pequeñas, como la evasión en el transporte público o la falsificación de datos en el Registro Social de Hogares para acceder a beneficios, también dañan la confianza y perjudican a los más necesitados. Por ello, “el fraude social es grave e intolerable”, recalcó.
Ello conecta con el llamado a “cuidar lo público”, al advertir que la construcción del bien común pasa por la responsabilidad de cada uno y se expresa no solo en las grandes políticas, sino también en el cuidado de los bienes y espacios públicos, y que todo esto se integra en la idea de trabajar por un proyecto común, donde llamó a “abordar con claridad y sin ambigüedades un programa país para superar la pobreza”. El punto es especialmente relevante si se considera que, luego de haber dado Chile pasos decisivos durante las últimas décadas en la reducción de la pobreza, el tema pareció salir de la discusión pública, la que pasó a centrarse en la desigualdad como gran prioridad. La homilía de monseñor Chomali recordó, sin embargo, una serie de cifras alarmantes, particularmente en materia de pobreza infantil y de vulnerabilidad de niños y jóvenes expuestos a la violencia y a la criminalidad. Tal realidad da cuenta de cuán urgente sigue siendo la situación de los más pobres y por qué constituye una absoluta prioridad. “Pensar en grande” —la frase del Papa León XIV que fue leit motiv de la homilía de Chomali— supone hacerse responsablemente cargo de ello.