Bryan Johnson, uno de los millonarios del mundo tech en Estados Unidos, está empecinado en vencer a la muerte. Lleva ya varios años elaborando un protocolo sobre cómo hacerlo, llamado Blueprint, que aplica sobre sí mismo. Tampoco pierde la oportunidad de ofrecer productos a la venta, bajo el eslogan de “Don't die”. Toda decisión que afecta la salud de Johnson es tomada por un software especializado, junto con un equipo de 30 expertos. Se acuesta a las 8:30 pm todos los días, tiene una dieta vegana dinámica, que depende del monitoreo de sus biomarcadores, y toma varios suplementos. Se hace transfusiones del plasma sanguíneo de su hijo adolescente y usa un anillo que monitorea sus erecciones. Parece casi una forma de tentar a que la muerte se lo lleve en un accidente absurdo.
Pero lo cierto es que Johnson no parece ser el único que busca negar la muerte. No es infrecuente que personas muy mayores mueran en un hospital tras un agresivo tratamiento inútil, a menudo perdidas y dolientes. El tratamiento e, incluso, las técnicas de resucitación suelen seguirse por defecto. Relata The Economist que una octava parte de los estadounidenses con cáncer terminal recibe quimioterapia en sus dos últimas semanas de vida, mientras que una encuesta a médicos en Japón revela que el 90% cree que los pacientes intubados nunca se recuperarán, al mismo tiempo que siguen intubando.
En los países ricos, las personas pueden pasar entre ocho y diez años gravemente enfermas al final de sus vidas, de sus largas vidas. Porque, sabemos, las vidas son cada vez más largas. Si tomamos las tres comunas más ricas en Chile, de hecho, de las mujeres que murieron en los últimos dos años, la mitad tenía más de 87 años y un cuarto más de 94. La edad promedio de muerte en este grupo longevo ha crecido más de diez años en las últimas tres décadas, casi como queriendo, también, negar la muerte.
Recientemente, un impertinente micrófono abierto nos reveló un diálogo entre Xi Jinping y Vladimir Putin en el desfile militar en Tiananmen. “Con el desarrollo de la biotecnología habrá constantes trasplantes de órganos humanos y puede que incluso la gente rejuvenezca a medida que envejece, llegando incluso a alcanzar la inmortalidad”, dijo Putin. Xi respondió que, más bien, todo indica que en este siglo viviremos hasta los 150. Me pregunto qué habrán pensado, entonces, sus traductores y qué pensaron luego sus súbditos, esos simples mortales.