La economía global enfrenta un escenario complejo, de desaceleración económica, alta incertidumbre e importantes riesgos económicos y geopolíticos. En particular, la política comercial de EE.UU., su deterioro fiscal e institucional y su dificultad para controlar la inflación se han convertido en una fuente central de riesgo.
En este contexto, los indicadores de actividad muestran que la economía estadounidense se desacelera, al mismo tiempo que su mercado laboral se deteriora más de lo anticipado. La baja creación de empleo afecta los ingresos laborales y, junto con la alta inflación, reduce el poder adquisitivo de los hogares. Además, la confianza de los consumidores y las empresas permanece débil, lo que a su vez contribuye a desacelerar el crecimiento de la demanda interna y deteriora las perspectivas de crecimiento. Por su parte, en el resto del mundo, China se desacelera y la Zona Euro sigue con un crecimiento bajo.
Como resultado, las proyecciones de crecimiento mundial para 2025 se han revisado a la baja respecto de inicios de año, aunque desde junio muestran una ligera mejora en el margen. Aun así, se espera que la economía mundial crezca menos que en 2024.
En paralelo, el mundo ha evitado hasta ahora una guerra comercial abierta y EE.UU. continúa beneficiándose de la inversión en inteligencia artificial. Estos factores han contribuido a limitar su desaceleración, aunque no bastan para revertir la tendencia a la desaceleración global.
En materia de inflación, la tendencia general ha sido a la baja, lo que permitió a la mayoría de los bancos centrales de los países avanzados introducir recortes de tasas desde 2023. Sin embargo, la Fed interrumpió este ciclo a comienzos de año, primero por la persistencia de una inflación sobre la meta y en meses recientes, por los efectos inflacionarios de las alzas de aranceles.
En política monetaria, toda la atención está puesta en la Fed. La minuta de la reunión de política monetaria de julio mostró preocupación por la persistencia inflacionaria, aunque días después de su publicación el presidente de la Fed advirtió que le inquieta el deterioro del mercado laboral, señalando que la Fed enfrenta un delicado balance de riesgos. A este cuadro se suma que la independencia de la Fed enfrenta serias amenazas de parte de Trump, quien ha intensificado sus críticas a ella. Un banco central politizado perdería credibilidad con respecto a su capacidad de mantener la inflación en torno a la meta, lo que resultaría en mayor inflación, depreciación del dólar, alza de tasas largas, con efectos a nivel global.
En este escenario externo, la economía chilena muestra un cuadro mixto. El crecimiento del PIB ajustado por estacionalidad se redujo del 3,4% anualizado alcanzado en el primer trimestre a 1,4% en el segundo. Al mismo tiempo, la inflación mensual a agosto se mantiene en torno al 4% anual y la sin volátiles, que es un mejor predictor de la tendencia inflacionaria, alcanzó el 3,9%. A ello se suma que el mercado laboral sigue débil: desempleo de 8,7%, y bajas tasas de ocupación y participación laboral. La pronunciada alza del salario mínimo, que ha crecido 19,2% real desde 2022; la reducción de las horas trabajadas sin ajuste del salario por jornada, y el alza de las cotizaciones previsionales han afectado el empleo, especialmente los formales. Esto último lo confirma el IPoM de septiembre, que agrega nueva evidencia empírica al respecto.
Con todo, las perspectivas de crecimiento de corto plazo ofrecen algunas buenas noticias. Las tasas largas han caído, los precios de las acciones muestran alzas, los términos de intercambio han mejorado y las condiciones financieras son más favorables, junto con un repunte de la confianza de consumidores y empresarios. Por ello, el IPoM de septiembre revisó marginalmente al alza el crecimiento del PIB de este año y el próximo. La mayor revisión vino por el lado de la demanda interna, que pasó de un crecimiento proyectado de 3,2 a 4,3%, por el mayor consumo del primer trimestre, y por un mayor crecimiento de la inversión en minería y energía. En contraste, las exportaciones netas se corrigieron a la baja, por un menor crecimiento de las exportaciones y un mayor crecimiento de las importaciones de maquinarias y equipo. De cara al mediano plazo, no hizo revisiones en su proyección de crecimiento del 2027.
Respecto de la inflación, la mayor corrección del IPoM estuvo en la inflación sin volátiles, la que sería más persistente de lo proyectado en junio, pasando del 3,1 al 3,7% dic. a dic. para este año. Esto último lo atribuye a costos laborales más altos, mayor presión de demanda y una mayor depreciación del peso de lo contemplado en el IPoM de junio. A su vez, para la inflación del IPC revisó su proyección a dic. del 3,7 al 4,0%. Así, dada la mayor persistencia de la alta inflación sin volátiles, la convergencia de la inflación del IPC a la meta se proyecta ahora para el tercer trimestre de 2026. Estas proyecciones están sujetas a riesgos, especialmente externos. Con una inflación muy sobre la meta y una reducida brecha de capacidad, el curso de la política monetaria estará determinado por la evolución de los riesgos y sus efectos en las proyecciones de inflación.
En síntesis, el entorno externo presenta riesgos significativos derivados de la política arancelaria estadounidense, el crecimiento de su deuda y el debilitamiento de su mercado laboral, lo que en conjunto amenaza el crecimiento global. En contraste, en el plano interno, Chile enfrenta una macroeconomía más ordenada, con inflación convergiendo y cuenta corriente contenida, pero con un mercado laboral debilitado y bajo crecimiento tendencial. De este modo, el reto central es sostener la estabilidad macro, fortalecer las cuentas fiscales, hacerse cargo del deterioro del mercado laboral y remover trabas al crecimiento para estar mejor preparados frente a los riesgos y al deterioro externo y, al mismo tiempo, aprovechar oportunidades que permitan un salto en el crecimiento de tendencia en nuestro país.