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Editorial
Domingo 14 de septiembre de 2025
Méritos académicos en los colegios
Un sistema ciego a esta dimensión no es un buen sistema educacional.
En la tramitación del proyecto que procura perfeccionar el sistema de admisión escolar se han presentado en la comisión de Educación del Senado numerosas indicaciones. Entre estas, fue aprobada la que señala que hasta el 10 por ciento de los cupos disponibles en cada colegio se podrán asignar por desempeño académico. El significado práctico de ello es objeto de discusión, puesto que se refiere a solo un 10 por ciento, los que se asignarán, en todo caso, después de que se hayan aplicado los criterios obligatorios. Con todo, la reacción del ministro de Educación no pudo ser más alarmada: afirmó que se estaba faltando a un compromiso adquirido, lo que lo llevó a referirse a una posible renuncia, puesto que él estaría haciendo el ridículo y no le quedaría otra opción.
Aunque tiene innegables aspectos positivos, el sistema de admisión centralizado ha sido objeto de críticas tanto políticas como respecto de sus resultados prácticos en un modelo como el chileno, donde hay importantes diferencias entre establecimientos. Muchos alumnos quedan excluidos de todos los colegios a los que postulan simplemente porque no hay capacidad suficiente, pero a veces se trata de excelentes estudiantes que no encuentran una explicación coherente. Por otra parte, la no consideración de la comuna de residencia también ha provocado que algunos queden asignados a establecimientos lejanos, con problemas de acceso serios para ellos. Se unen a estas quejas las dificultades que han tenido algunos apoderados para matricular a sus hijos por fallas ocasionales de los sistemas computacionales.
Todo lo anterior ha desprestigiado al Sistema de Admisión Escolar, que la gente denomina peyorativamente “la tómbola”, debido a que existe un elemento aleatorio en la selección. Especial relevancia tiene la queja de que no se considere el rendimiento académico previo. No reconocer el valor del esfuerzo por superarse lleva, por de pronto, a que terminen desapareciendo los liceos de excelencia, entre otras consecuencias, y en general, desalienta el interés de los jóvenes por aplicarse. De esta forma, quienes no están interiorizados de los detalles y minucias de los debates especializados simpatizan con la idea de que se tome en cuenta el desempeño académico y será difícil que el ministro pueda explicar una reacción tan alarmada.
Desde luego, para que la indicación surta efecto, en caso de ser finalmente aprobada, se requerirá un reglamento que establezca claramente cómo operará el sistema. Con un gobierno contrario a la incorporación de nuevos criterios y junto a los antecedentes de la forma en que han procedido las diferentes direcciones, será una ardua tarea que la oposición logre sacar adelante una reforma tan valiosa como controvertida. Pero parece justo que no solo se considere la residencia de los postulantes, de modo que quienes habitan en una comuna tengan prioridad —como lo establecía el proyecto, surgido de una moción parlamentaria—, sino que también el peso de los antecedentes académicos juegue un papel. Un sistema ciego a esta dimensión no es un buen sistema educacional, cuya finalidad es lograr rendimientos académicos que alcancen un nivel que supere lo meramente suficiente.