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Editorial
Jueves 11 de septiembre de 2025
Las alertas del IPoM
El Banco Central contradice los argumentos del Gobierno que desestiman el impacto de su agenda laboral en la evolución del empleo.
Que la macroeconomía chilena parece estar mostrando signos de una leve recuperación es parte del consenso económico y fue ratificado ayer por el Banco Central en su último Informe de Política Monetaria (IPoM).
En esencia, el texto preparado por los equipos técnicos del instituto emisor revisa levemente el rango de las proyecciones de crecimiento del PIB para 2025, desde el 2,0-2,75% de junio hasta el 2,25-2,75% actual. Para 2026 se anticipa un rango de 1,75-2,75%, levemente superior al 1,5-2,5 publicado el trimestre anterior. En cambio, no hay variaciones en las proyecciones para 2027 (1,5-2,5%). Así, el IPoM presenta cambios muy acotados que no modifican la dinámica de una economía que, bajo la actual administración, no ha dado con la fórmula para retomar sendas de crecimiento más significativas.
Desde la perspectiva de las fuentes de gasto, entre los factores que explican la leve mejoría se encuentran una expansión, este año, de la Formación Bruta de Capital Fijo mayor a la previamente anticipada (5,5% en vez de 3,7%) y un Consumo Total también con un mejor desempeño al esperado (3% versus 2%). Y, si bien el texto se limita a un análisis estadístico, evitando profundizar en las razones de dichas revisiones, a la luz de ellas parece imposible obviar que el término de la actual administración es un factor que ha despertado cierto optimismo entre los agentes económicos. Parte de esto también explica la dinámica de la bolsa local. Y es que, frente a los magros resultados de los últimos años, lo que sería realmente anómalo sería la ausencia de reacción ante la posibilidad de un importante cambio de timón.
Donde las novedades del IPoM son menos alentadoras es en la inflación. El ente emisor revisó al alza las distintas variaciones del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que reporta, ubicando la variación anual del IPC a diciembre en un 4% (3,7% había sido la anterior), que en el caso del IPC subyacente (sin volátiles) pasa a un 3,7% (versus 3,1%). Adicionalmente, la convergencia a la meta inflacionaria del 3% se posterga hasta el tercer trimestre de 2026.
Parte de las presiones sobre los precios se originaría en un tipo de cambio más depreciado y mayores niveles de gasto interno. Y en este sentido, cabe notar que el escenario fiscal considerado está basado en el último Informe de Finanzas Públicas publicado por Hacienda. Por lo tanto, no se incluyen las aprensiones que el Consejo Fiscal Autónomo y distintos expertos han planteado respecto de posibles descalces fiscales superiores a los anticipados para este año.
Ahora bien, donde el Banco Central vuelve a poner énfasis es en la situación del mercado laboral. El IPoM plantea explícitamente que, para entender el alza en los precios de los servicios (un insumo de la mayor inflación), es necesario reparar en “un contexto de elevadas presiones salariales observadas en los últimos meses”. Y agrega que, de acuerdo con sus encuestas, los “costos laborales asoman como una de las preocupaciones más importantes de las empresas”. De este modo, el Central se suma a las voces que apuntan a la evolución del mercado laboral como una de las principales preocupaciones en materia económica.
Lo anterior es complementado por un extenso análisis presentado en el Recuadro I.3, titulado “Evolución del Mercado Laboral”. En este, se analizan las posibles consecuencias del encarecimiento del empleo formal producido, entre otros factores, por el aumento desmedido del salario mínimo y por la ley de 40 horas. Los resultados no solo apuntan a que estos factores podrían explicar la débil creación de empleo y una tasa de desempleo por sobre los niveles históricos, sino a que también podrían estar acelerando el proceso de cambio tecnológico dentro de las empresas (sustitución de hombres por máquinas).
De esta forma, el IPoM contradice la visión manifestada desde el Ejecutivo, en cuanto a que no existiría evidencia para argumentar que el aumento en el salario mínimo haya afectado el empleo. A la luz del análisis expuesto por el Central, tal afirmación del ministro Nicolás Grau parece inconsistente no solo con la teoría económica, sino también con los impactos reales que está teniendo el aumento de los costos laborales sobre el mercado del trabajo. La constatación de aquello es otro elemento que probablemente también explica por qué el fin de esta administración parece alimentar el optimismo de los agentes económicos.