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Editorial
Miércoles 03 de septiembre de 2025
La libertad ante el humor
No todas las conductas, por ofensivas o de mal gusto que sean, caben bajo el orden regulatorio de la ley, so riesgo de cercenar libertades fundamentales.
Un controvertido fallo judicial pone nuevamente en la mira la libertad de expresión. Si bien la mayoría de los debates sobre los límites a este derecho de expresar lo que uno piensa se refieren a ideas de fondo sobre la sociedad, el caso que ha llamado la atención se trata de un chiste que pretendía ser un comentario liviano. Una comediante afirmó en tono jocoso que ella fue “la única persona contenta de que pasara lo de los mineros”, en referencia al trágico accidente que les costó la vida a seis trabajadores en El Teniente. Los familiares de los fallecidos se enteraron del comentario a través de la radio, pues se encontraban en la misma región donde actuaba la artista y, más aún, observaron cómo se multiplicaba la referencia al accidente en redes sociales. Naturalmente, la mención les causó dolor y decidieron recurrir a la justicia para solicitar que se prohibiera hacer chistes basados en la tragedia. Además, pidieron que se eliminaran de las redes sociales y de las páginas de internet las reproducciones del video, pues con ello se vuelve a victimizar a las familias ya afectadas. La Corte de La Serena aceptó lo primero, en cuanto dictó orden de no innovar mientras se tramita la acción y por tanto ha quedado prohibido para la comediante hacer chistes sobre esa base.
Sin duda, la decisión adoptada por la Corte impone una limitación a la libertad de expresión, que existe en Chile en términos amplios, como en todas las democracias occidentales. Aunque hay límites, como es obvio en casi todos los derechos, normalmente quienes intentan imponerlos más allá de lo que corresponde son defensores de ideas políticas o culturales o religiosas, pero es poco común que se plantee una limitación al humor por las posibles ofensas que puedan sentir determinadas personas. Y por repudiable que haya sido la alusión a una tragedia en el contexto de un show humorístico, no es tarea de los tribunales de justicia velar por que ello no ocurra.
No todas las conductas caben bajo el orden legalmente constituido, sino que existe un amplio terreno donde la prudencia, el buen gusto o el tino pueden aconsejar comportamientos que son aceptados en una sociedad, pero sin que exista una ley que fuerce a las personas a ser atinadas o a manifestarse siempre de acuerdo a ese buen gusto o prudencia. La esfera de las buenas costumbres, basada en el respeto a los demás, es más amplia que la esfera de los comportamientos éticos, que a la vez es más extensa que el campo de lo estrictamente legal. Una persona puede comer de modo impropio, pero no es por eso poco ética. Como otro puede revelar un secreto familiar que le fue confiado, lo que en algún caso puede ser una grave falta a la ética, pero no le corresponde a la ley establecer normas que regulen esas conductas ni a los tribunales examinarlas.
La ley debe garantizar a todas las personas su derecho a expresarse y si alguien sobrepasa las normas de la buena educación, deberá responder por ello, dentro de ese campo, pero no en el orden constitucional o legal. Si se trata de un humorista, los chistes que haga que sean considerados de mal gusto u ofensivos tendrán un efecto en su público, que podría rechazarlos o dejar de interesarse en quien los emite. En Chile, sin embargo, pareciera que hay amplios sectores que viven pendientes de hacer callar a quienes hablan de lo que no les gusta. A este respecto, puede recordarse que el Servel considera “seria y plausible” la denuncia contra un candidato presidencial que dijo que, si hipotéticamente se repitieran en el futuro las condiciones que hubo en el país en septiembre de 1973, él apoyaría un nuevo golpe. Por tal motivo dio por iniciado un procedimiento administrativo sancionatorio. Ahora la Corte de La Serena prohíbe hacer chistes basados en el trágico accidente de El Teniente. No parecen ser las bases más apropiadas para alcanzar una sociedad libre y democrática, donde cada uno puede decir lo que piensa sin temor a intervenciones de la policía o de los jueces.