Transcurrido más de un mes del triunfo de la candidata comunista Jeannette Jara en las primarias del oficialismo, sorprendentemente sigue sin programa de Gobierno ¯ella habló de un “reseteo” del mismo¯, y más insólito todavía es que no exista certeza sobre el contenido de propuesta alguna.

En los múltiples debates esta debilidad ha sido notoria: aparece acorralada cada vez más por sus adversarios y expuesta a tener que explicar lo inexplicable; cae reiteradamente en contradicciones y se desmarca de promesas que hasta hace algunas semanas defendía como las bases de su proyecto y, en definitiva, se muestra incapaz de transmitir seguridades y desplegar ideas más complejas, teniendo que recurrir una y otra vez a menciones sobre su origen y atributos personales, apelando también a su gestión como ministra del Trabajo, la que por cierto es controvertida.

En estos últimos días es su propia credibilidad, atributo que siempre fue su mayor fortaleza, la que ha estado en tela de juicio. Y es que más allá de episodios y declaraciones particulares, su nuevo discurso parece impostado, poco auténtico, como si estuviera obligada a desarrollar un libreto solo para una elección en particular. La pretensión de mostrarse como socialdemócrata o de centroizquierda, sin hacer una mayor reflexión de cara a la opinión pública de las razones que la han llevado a ese giro, ni tampoco hacerse cargo de las consecuencias que ello implica, es una muestra de la poca consistencia que exhibe su candidatura y que le está generando costos, según reflejan distintas encuestas.

En todos estos cambios de la candidata hay también una arista que tiene que ver con la calidad del debate público y el derecho de los ciudadanos a elegir informadamente. El haber hecho campaña y ganado una primaria levantando unas propuestas determinadas para después desdecirse de ellas o asumir que eran imposibles de cumplir no es una conducta inocua. Desde luego, quienes compitieron con ella, particularmente Carolina Tohá, pueden sentirse, con razón, abiertamente perjudicados o incluso engañados. Y es que la candidatura de Jara se aprovechó de un discurso populista que en lo fundamental prometía un “salario vital” con un monto estimado en $750 mil, una economía que tenía como eje la demanda interna y el anuncio de medidas como el fin de las AFP o la nacionalización del cobre y el litio, propuestas que una vez que ganó no ha sido capaz de sostener. Los propios jefes de su programa económico han reafirmado esta imposibilidad o inconveniencia en los últimos días.

Aclaraciones pendientes

Es más, muchos de estos temas fueron objeto de debates en las primarias, como ocurrió con el caso de la apelación a la “demanda interna” que fue duramente rebatido por Tohá, quien dijo que se trataría de una “receta de los años 50” como el “estilo kirchnerista”. La propia Jara en esa oportunidad defendió esa propuesta económica y sostuvo que “la propia evidencia internacional ha demostrado cómo contribuye a la demanda interna tener, entre otras cosas, mejores salarios o mejores pensiones. Siempre quedan olvidados esos temas y por eso lo quisimos resaltar en nuestro programa”.

El martes, sin embargo, Jara señaló que la frase sobre la demanda interna le pareció “desafortunada” e indicó que “por eso es que quien la formuló ya no forma parte de este comando”, aludiendo a Fernando Carmona, hijo del timonel del PC, Lautaro Carmona. Es decir, una contradicción evidente con lo que sostenía pocas semanas antes. Ello suma más razones para la desconfianza en la política por parte de una ciudadanía que, ahora, podrá preguntarse hasta qué punto la idea del “reseteo” puede terminar siendo nada más que un eufemismo para justificar convenientes estrategias electorales.

Lo ocurrido el miércoles, cuando en un debate sobre minería en que Jara desconoció la principal propuesta suya sobre el tema, que estaba en el programa que presentó en las primarias ¯la nacionalización del cobre y el litio¯, es incluso más inexplicable. Al día siguiente atribuyó esta situación a un “error”, sin hacer mayores aclaraciones.

Sería bueno que explicara cuál fue el “error”, pues no queda claro si ha sido incluir esa medida en el programa, no haber leído o recordado esa propuesta o si es un “error” ser partidario de la nacionalización del cobre y el litio. Más allá del juicio que se tenga sobre el contenido de esa propuesta ¯pocos dudan de que los efectos económicos serían enormes y perjudiciales¯, cualquier observador advierte que se trata de una política que hace décadas ha querido impulsar el Partido Comunista y que es central para ellos. Abundan las propuestas y declaraciones de distintos dirigentes del PC en ese sentido, entre ellos, por ejemplo, Marcos Barraza (el más cercano a Jara según sus propias declaraciones), quien durante la Convención sostuvo que la nacionalización del cobre era un aspecto clave para los comunistas. Ello los llevó a presentar una iniciativa de norma constitucional que proponía precisamente la “renacionalización del cobre y otros bienes públicos estratégicos”.

Como se ve, faltan mayores aclaraciones.