A un aficionado chileno tal vez no le diga mucho, y seguramente nada, la mención a Stockley Park. Quizás despierte algo su curiosidad saber que el lugar es sede de varias empresas mundialmente reconocidas, como Canon, Sharp, Mitsubishi, Samsonite y otras. Entre ellas está IMG, que produce muchas cosas en formato audiovisual.
Y ahí llegamos a lo conocido: en sus estudios están las instalaciones del VAR que opera para las transmisiones del fútbol de Gran Bretaña.
Stockley Park está en las cercanías de Heathrow, el más grande aeropuerto de Londres, y hasta allá llegan las transmisiones del fútbol que, en alguna de las salas del VAR, sirven para despejar (o aumentar) dudas respecto a lo que pasa en el juego de cada cancha. Es impresionante ver una de esas salas con su enorme cantidad de monitores. Un lujo.
No es, entonces, como en Chile, en que el VAR y sus integrantes están en un vehículo cerrado en terrenos del estadio.
En fin, que el VAR, debutante mundial en 2016 y en Chile en 2019, generó objeciones en sus comienzos y hasta hoy no han desaparecido. Por el contrario, está produciendo un “cabreamiento general” en muchos lados, principalmente por el protagonismo que gana en muchos partidos.
El sábado la situación llegó al límite en el partido de Iquique y la Católica. A los veinte minutos se produjo una jugada en que se cobró penal (con participación del VAR) y la ejecución se cumplió a los 26. Seis minutos perdidos entre tarjetas y reclamos. ¿Fue penal de Casanova sobre Zampedri? Tal vez, pero hilando muy, muy delgado. ¿Lo tomó del hombro o lo tocó? Como sea, el delantero giró ostensiblemente sobre sí mismo para dejarse caer. Zampedri, admirado goleador, simuló y reclamó permanentemente. Fue excesivo lo suyo. Su notable carrera no merece esto.
Y eso solo fue el comienzo, pues el partido siguió por el mismo mal camino. A los 30, una falta en el área sobre Gary Medel terminó en penal para Iquique, producto de una mano casual de Medel al zafar de la notoria falta que le cometían. Convirtió Puch a los 35. Otros cinco minutos perdidos.
Sume a los estropicios seis tarjetas amarillas y una roja. Balance negativo para el VAR y el árbitro Fernando Véjar.
Ya en la fecha anterior se había cometido el despropósito gigante de dejar sin sanción a Alan Saldivia en la falta a Rodrigo Godoy en El Teniente. Con un poco más de fuerza, el colocolino le saca la cabeza al rancagüino. El VAR no llamó al árbitro (¿dónde estaban?) y Nicolás Gamboa no vio nada. Después, desde la ANFP reconocieron el error.
Está aburriendo el VAR. Los primeros en aburrirse han sido los británicos. Ya volveré con eso.