Señor Director:

El punto de fondo de la incompatibilidad de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista no tiene que ver solo con coyunturas históricas. Es que es imposible reconciliar la visión política del cristianismo, que asume el carácter limitado y precario de los poderes temporales, con el horizonte comunista, que propone construir un paraíso terrenal mediante esos mismos poderes. La tradición cristiana propone que la reconciliación final del mundo está en manos de Dios, mientras que los comunistas creen que está en manos del hombre. Y el culto a Dios, que limita el poder temporal, es incompatible con el culto al poder mundano, que busca totalizarlo.

En suma, la Democracia Cristiana, al hacerse parte de una campaña para llevar a los comunistas a la Presidencia de Chile, no está traicionando solamente su historia, sino sus principios más fundamentales. Por lo mismo, aunque subsista en nombre, cesa de existir como manifestación legítima de la idea indicada por ese nombre.

Pablo Ortúzar Madrid