A pocos meses de que la izquierda deje el gobierno, los diputados de un partido de gobierno (el PS), del que uno esperaría más responsabilidad y seriedad, acaban de desplegar una batería de medidas populistas que solo le harán más daño a nuestra ya debilitada economía. Desoyendo las advertencias del ministro de Hacienda de su propio gobierno, se han puesto súbitamente “creativos”, proponiendo eliminar la UF, presentando un recurso al Tribunal Constitucional contra el proyecto sobre permisología (que busca destrabar los nudos gordianos kafkianos que tienen paralizada la inversión) y, además, acaban de aprobar en la comisión de Trabajo un proyecto que suprime el límite de indemnización por años de servicio. Eso no se trata, por supuesto, de medidas que busquen beneficiar o que vayan a beneficiar al “pueblo”: son propuestas efectistas que buscan captar votos para sus reelecciones como diputados, son populismo puro y duro, populismo que ya conocimos en el tiempo de los “retiros”, populismo que aquí y en el resto de Latinoamérica solo ha provocado menos desarrollo y más pobreza. Su propio ministro de Hacienda les ha advertido de las desastrosas consecuencias de esa batería de medidas efectistas, pero a ellos no les importa, porque ellos no sufrirán las consecuencias, las sufre el chileno de a pie.

Marcel habla de “situación inédita”. No sé si es tan inédita: hemos conocido el populismo en todo su esplendor y lo seguiremos conociendo en los próximos meses y años: es una pandemia que asola a los países con clases políticas mediocres e incompetentes. Son los mismos que abusan de los “puntos de prensa” y las puestas en escena e, incluso, “performances”. Son los que legislan atolondradamente y mal. Son los que se han dedicado a deconstruir no el “neoliberalismo” —como suelen afirmar—, sino la estabilidad económica y el bienestar de la gente. Hay que tomar nota. Si son capaces de declararle la guerra a su propio ministro de Hacienda, ¿qué harán con un gobierno y un ministro de Hacienda de signo contrario? Por eso es que, sin mayoría en el Congreso, gobernar puede convertirse en una pesadilla. El ministro Marcel está viviendo ahora mismo esa pesadilla. Y tiene frente a él a los monstruos de la sinrazón, que se escaparon de la caja de Pandora de la propia coalición de gobierno.

El Partido Socialista: ¿será tal vez la desesperación de haber perdido a su electorado lo que los hace abrazar el populismo irresponsable? Pero no solo apoyaron los socialistas: ¡una de las propuestas tuvo el voto de un diputado demócrata! ¿Demócrata populista? El populismo penetra de izquierda a derecha. Así como el ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha salido a enfrentarlos con claridad y fuerza, y eso hay que celebrarlo y apoyarlo, todas las fuerzas razonables del país debieran levantar un muro de contención para el delirio. “La imaginación es la loca de la casa”, dijo una vez Santa Teresa. Hay una imaginación que es positiva y alimenta el espíritu, pero hay otra (la imaginación de los irresponsables) que puede ser altamente destructiva. Es una loca de patio que niega la realidad. A esta última la conocemos en Latinoamérica de memoria. ¿Qué dicen los socialistas sensatos, los que saben de economía? Ahora veremos si optarán por el silencio cómplice o se enfrentarán al desvarío de sus “compañeros” de partido. Se juega mucho en estos días: o nos acercamos cada vez más al “delirio” americano (del que habla el ensayista colombiano Carlos Granés) o a la razón de nuestro escudo nacional. ¡La razón no puede acomplejarse ante el delirio! Los que tienen que hablar, que no callen. A los sofistas hay que enfrentarlos sin complejos y sin miedo. Desnudando sus falacias y denunciando su irresponsabilidad. Este no es un tema ideológico, de izquierda o derecha, lo que se juega aquí es la seriedad y competencia o incompetencia de nuestra política.

Chile sensato y responsable: ¡despierta!