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Editorial
Martes 15 de julio de 2025
El factor Parisi
Su candidatura es incómoda para todos, pero representa un fenómeno real.
Sería una imprudencia subestimar electoralmente a Franco Parisi. Ya en la presidencial 2013, el economista sorprendió al obtener el 10,1% de los votos y ubicarse en cuarto lugar. Su campaña, con un fuerte discurso antipolítico, captó el descontento de sectores medios y populares.
En 2017 se mantuvo fuera de la carrera, aunque desde Estados Unidos continuó construyendo su imagen pública vía transmisiones online, y en 2021 volvió con más fuerza: fue candidato por el recién fundado Partido de la Gente (PdG) y logró un inesperado tercer lugar, con el 12,8% de los votos, superando a Sebastián Sichel (Chile Vamos), Yasna Provoste (DC) y Marco Enríquez-Ominami. Lo hizo desde el extranjero —debido a problemas judiciales—, con una campaña centrada en redes sociales, transmisiones en vivo por YouTube y mensajes directos a “la gente común”, apelando al malestar con la clase política tradicional. Su estrategia fue efectiva, particularmente entre votantes del norte y sectores populares despolitizados. Prueba de su arrastre, su partido consiguió seis diputados; la bancada llegó luego a tener 9 parlamentarios, al recoger a congresistas originalmente elegidos en otras listas. En una Cámara fragmentada, eso le entregó al PdG un relevante poder negociador. Pero, muestra de las limitaciones del discurso antipolítica, las disputas internas derivaron en sucesivas renuncias y terminaron dejando al partido sin representación.
Hoy, Parisi vuelve a la contienda con una fórmula similar a la de 2021: discurso contra las élites, promesas de eficiencia económica y denuncias contra la corrupción. Se presenta como el único “ciudadano común” capaz de enfrentar al establishment. Y, como ocurre en muchos países, esa lógica prende: en un contexto de incertidumbre, desconfianza institucional y malestar social, los discursos simplificadores y antipolíticos encuentran terreno fértil. Además, y a diferencia de lo que ocurrió hace cuatro años, se halla instalado en Chile, y probablemente participará en los debates de televisión abierta que se organicen, a los que no fue invitado antes, y donde podrá sacar provecho de sus habilidades comunicacionales.
Las encuestas le asignan entre 6% y 9% de intención de voto. Hoy no parece suficiente para llegar a segunda vuelta, pero sí para incidir en quienes lo hagan. Su electorado es volátil, transversal y poco ideológico. Podría restarle votos clave a Kast, sobre todo entre los decepcionados del sistema que no adhieren a las visiones valóricas del republicano; a Evelyn Matthei, al tensionar su espacio de centroderecha, e incluso a Jeannette Jara, en sectores populares donde el Partido Comunista no logra generar confianza. Todo ello, sin considerar el potencial efecto disruptivo de la lista parlamentaria que el PdG presente.
La candidatura de Parisi es incómoda para todos, pero representa un fenómeno real. Es en definitiva otro síntoma de los problemas de un sistema político que incentiva el aventurerismo y acumula disfuncionalidades.