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Editorial
Lunes 14 de julio de 2025
La oposición y la elección parlamentaria
Más allá de hegemonías, maximizar la representación debiera ser su objetivo.
El oficialismo ha logrado construir una cierta sensación de unidad luego de su primaria, a pesar de los roces que genera el que su representante sea una militante del Partido Comunista. En efecto, las colectividades están intentando que las posturas programáticas que ese partido sostiene y las discrepancias que provoca su manera de definir la democracia no interfieran con dicho planteamiento unitario.
Algo muy distinto ocurre en la oposición. A los tres candidatos del espectro que va del centro a la derecha —Kaiser, Kast y Matthei— se sumará, probablemente, Parisi, cuyos planteamientos populistas también los enfoca desde una oposición al actual gobierno. Y aunque aun así hay alta probabilidad de que el próximo Presidente de Chile salga desde las fuerzas opositoras, la experiencia reciente ha puesto en evidencia que la capacidad de sacar adelante un programa depende crucialmente de construir una mayoría parlamentaria. Sin embargo, la competencia que se ha planteado entre los distintos partidos y conglomerados —más específicamente, entre Chile Vamos y el P. Republicano— por alcanzar una posición hegemónica puede conspirar en contra de ese objetivo.
El que los distritos parlamentarios sean de distinta magnitud complica la aritmética electoral y la definición de estrategias. Una lista única, por ejemplo, asegura una mayor eficacia en la elección de representantes, evitando “perder” sufragios, pero en ciertas condiciones ir en más de una nómina puede permitir aumentar la votación total de un sector. Tampoco es lo mismo competir en una circunscripción senatorial binominal que en un distrito que elija 8 diputados. Todo ello, sin obviar la calidad de los candidatos que se presenten: tener más de una lista solo para dar espacio a más partidos, pero con postulantes mal escogidos o pobremente preparados, puede resultar en un fiasco.
El objetivo común de todos debería ser maximizar la representación opositora para así obtener una mayoría en el próximo Congreso. Trabajar para diseñar esa estrategia multinivel y ponerse de acuerdo en la inscripción de candidatos debería estar en el primer lugar de la agenda. Sin embargo, no es lo que —al menos públicamente— se observa. Esto es lamentable, porque aprovechar la oportunidad de retomar un rumbo de progreso, alejándose de las soluciones fracasadas que continúan proponiendo la candidata comunista y Apruebo Dignidad, debería ser más importante que contar los parlamentarios electos por cada partido después de los comicios.
Es de esperar que los dirigentes hagan un esfuerzo de desprendimiento, y concuerden en fórmulas —que pueden ser diversas— para acometer una elección que definirá el curso futuro de nuestro país, luego de años de vacilaciones y zigzagueos ideológicos.