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Editorial
Sábado 21 de junio de 2025
La diputada Cariola y China
La saludable construcción de vínculos bilaterales no puede confundirse con el lobby.
Las intensas y sistemáticas comunicaciones entre la diputada comunista Karol Cariola, el empresario chino Emilio Yang y altas autoridades dan cuenta de una trama que levanta muchas dudas, tanto sobre el actuar de la parlamentaria como respecto de la influencia de este empresario —y también del gobierno chino, con el que este parece mantener una relación estrecha— en la política nacional.
Es contundente la evidencia de solicitudes de ayuda y gestiones en favor de Yang realizadas por la diputada, abriéndole un acceso privilegiado a altas esferas del Estado. Será la justicia la que deberá calificar jurídicamente esas acciones. Independientemente de aquello, los antecedentes que se han conocido —correspondientes a filtraciones de chats contenidos en el teléfono de la congresista, incautado por el Ministerio Público— hablan de cómo él —a quien presenta como una persona que “está tratando de ayudar”—, por la vía de su relación con ella, logra que sus inquietudes sean conocidas incluso por miembros del gabinete.
Los chats también han dado cuenta de contactos de la parlamentaria con otras autoridades —es el caso del exalcalde de Independencia—, en los que ella aparece buscando un beneficio personal, como es la rebaja de sus multas por circular sin tag. No deja de ser irónico que, según se desprende del respectivo diálogo, la infracción haya ocurrido en los días del estallido, un período en que el PC se volcó a apoyar las manifestaciones y cuando una de las demandas era la de “No + Tag”. En cualquier caso, valerse de sus contactos para intentar eludir parte de la sanción contradice todos los mensajes proigualdad y de fin de los privilegios que ella y su partido tanto proclaman.
Con todo, lo más inquietante de las revelaciones es lo que sugieren respecto de eventuales formas de influencia del gobierno chino en nuestro país, distintas de la vía diplomática. Sabido es que Yang ha acompañado al embajador chino al Congreso, y las comunicaciones de Cariola parecen confirmar el vínculo del empresario con autoridades de ese país. Pero si de preocupanción por los intereses chinos se trata, elocuente resulta otro de los diálogos de la congresista con el referido exalcalde —hoy delegado presidencial metropolitano—, en que parece llamarle la atención por realizar actividades en conjunto con la oficina de Taiwán en Chile.
Por cierto, los nexos de China con políticos locales no se circunscriben al Partido Comunista, por mucho que su cercanía sea evidente. Deberían tener claro todos esos políticos que la saludable construcción de vínculos bilaterales no puede confundirse con prácticas cercanas al lobby en defensa de determinados intereses. En este caso, son la opacidad en el rol de Yang y las referencias de Cariola a las ayudas de este las que generan suspicacia. Más aún al involucrar una materia, como es la eventual influencia en nuestro país de una potencia mundial, cuyos alcances resultan particularmente delicados en un contexto global convulsionado como el actual.