En “La carta robada”, de Edgar Allan Poe, existe una carta comprometedora para la reina. El cuento relata la búsqueda afanosa y afiebrada de la carta. Finalmente, Auguste Dupin (el detective creado por Poe) encuentra la carta, ¿dónde estaba? Estaba oculta de la mejor manera posible: a la vista de todos.
Es lo que está ocurriendo con la candidatura de Jeannette Jara. Su militancia en el Partido Comunista es flagrante y obvia, está a la vista de todos y por eso ya casi nadie la nota. Y gracias a eso aparece como una candidata casi etérea, desprovista de ideología, atenta a las necesidades inmediatas.
Pero no. No es una candidata etérea. Así como Tohá representa la cultura de la Concertación, y eso algo significa, Jara representa la cultura del PC y eso algo significa también.
Desde luego, ella no es una convencida de que la democracia liberal sea la mejor forma de conocer la voluntad popular. Como ha sido habitual en el Partido Comunista, ella piensa que la forma de gobierno de que se trate depende de las condiciones históricas de cada sociedad. La democracia liberal no es para ella, cuando se atiende a sus declaraciones, un valor incondicional. Por supuesto es probable que ella considere que atendidas las condiciones actuales ese sistema es el adecuado para Chile (y sería incorrecto negar que el PC ha respetado siempre el sistema democrático liberal en nuestra historia política); pero no cabe duda de que, para ella, como para el partido, puede ocurrir que en determinadas condiciones la democracia liberal carezca de valor.
Esa es una diferencia fundamental con la candidatura de Tohá, con la de Mulet y con la de Winter (si en esto sigue al Presidente Boric). Estos últimos creen en el valor incondicional de la democracia liberal. Jeannette Jara no.
El Partido Comunista es, además, un partido de clase, de la clase obrera. No es que todos sus militantes sean obreros, por supuesto que no, o que sean pobres, tampoco, o pobladores. Es un partido de clase en el sentido de que sostiene que la sociedad moderna se erige sobre la explotación de una clase, la clase trabajadora que crea el valor, y que, si se la libera, la sociedad en su conjunto estará mejor. Desde este punto de vista el Partido Comunista no es identitario o particularista, sino universalista.
Esta es una diferencia de fondo con la cultura del Frente Amplio. También con Tohá. El Socialismo Democrático no es una fuerza política que defina la totalidad de los intereses sociales a partir de la clase.
Jeannette Jara es pues militante de un partido de clase, es decir, piensa que la dominación de clase es una de las claves de la sociedad moderna, y no cree en el valor incondicional de la democracia liberal; piensa, en cambio, que puede haber formas distintas de democracia.
Todo eso no se nota porque está a la vista. Y porque está a la vista nadie lo advierte. Ese es el secreto de la candidatura de Jeannette Jara.
Esta semana el exalcalde Daniel Jadue, si lo dejaran, podría sumarse a la candidatura de Jeannette Jara, pero ella se ha mostrado más bien reticente. Y es que ella sabe que, si lo hace, se desharía el encanto. Es como si en “La carta robada” Poe hubiera puesto a Auguste Dupin a buscar de inmediato en la superficie. Entonces el cuento (que ha dado origen hasta a reflexiones psicoanalíticas) no existiría.
Carlos Peña