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Editorial
Domingo 15 de junio de 2025
¿Jaque mate al Socialismo Democrático?
Más allá del innegable carisma y pragmatismo de Jeannette Jara, el que una comunista pueda ser la candidata presidencial de la izquierda y la centroizquierda debiera ser materia de preocupación.
A dos semanas de la primaria presidencial oficialista las tensiones entre las distintas candidaturas han crecido más allá de lo que cualquiera podía anticipar. En parte, la incertidumbre del resultado final ha contribuido a elevar el tono de las críticas, que han caído en algunos casos derechamente en la descalificación. Si bien al comienzo muchos daban por descontado que la exministra del Interior y representante del Socialismo Democrático, Carolina Tohá, sería la ganadora, hoy su campaña parece desgastada y a la baja, concentrando además los principales ataques de sus adversarios, que sienten que derrotarla está a su alcance.
Quien fuera su compañera de gabinete hace solo algunos meses, Jeannette Jara, le ha reprochado incluso su fracaso en la gestión que encabezó en seguridad. “No se puede tapar el sol con un dedo: se ha puesto harto esfuerzo, pero los resultados son los que son”, ha llegado a decir la exministra del Trabajo. Algo sorprendente viniendo de una candidata comunista, partido que fue el principal opositor a muchas de las políticas desplegadas por el Gobierno en la lucha contra la delincuencia. A la falta de apoyo a distintos proyectos de ley, cabe recordar, se agregan las iniciales declaraciones de dirigentes comunistas tras el crimen del teniente venezolano Ronald Ojeda y la reacción crítica contra Tohá del PC ante los allanamientos e incautaciones en Villa Francia, entre otros episodios. Este juicio de Jara constituye un ataque al punto más sensible de la candidatura de la exministra del Interior, el que puede trascender esta disputa: frente al principal tema que reclama la ciudadanía, en caso de ganar Tohá las primarias, la deja muy debilitada ante sus adversarios políticos de derecha.
Por su parte, la candidatura de Gonzalo Winter (Frente Amplio) ha desplegado en la franja televisiva y en las redes sociales una odiosa campaña contra los llamados 30 años, cuyo símbolo hoy sería la candidata del Socialismo Democrático. Aunque las posibilidades de Winter de ganar las primarias son hoy bajas, el marcado tono izquierdista de su discurso, su defensa del estallido de octubre de 2019 y la vuelta a descalificar la obra y figuras de la Concertación, dan cuenta de que en el FA no hay cambios en sus ejes fundamentales ni aprendizajes sustantivos luego de la experiencia de gobierno. Es más, pasan los años y su proyecto político sigue sin ganar en densidad: abunda la improvisación y sus propuestas programáticas carecen en demasiados casos de la mínima seriedad. Como si el desarrollo de su proyecto político estuviera estancado en un estado de adolescencia permanente, anclados al recuerdo de las marchas estudiantiles, en que la edad de muchos de sus dirigentes no se corresponde con el proceso natural de maduración.
Ante ello, no es extraño que potenciales votantes de la exministra del Interior se resistan a apoyar a alguno de sus adversarios en el evento nada improbable de que pierda. De otro lado, queda revelado el despropósito de relanzar un proyecto de centroizquierda dentro de una alianza con esa izquierda radical. Al ser parte de la misma primaria, la candidata ha atado así el futuro de dicho proyecto a lo que ocurra con el Frente Amplio y el PC, arriesgando no solo una eventual derrota electoral, sino la pérdida de identidad política y el desconcierto de sus adherentes. Ahora que muchos apuestan por la victoria de la candidata comunista, a la que el Partido Socialista y el PPD se comprometieron a apoyar en caso de resultar ganadora, ¿dónde quedará la credibilidad del proyecto de renovación socialista que con tanto orgullo exhibieron en las últimas décadas? Y es que solo ahora parecen darse cuenta de que están al borde de una derrota total, un verdadero jaque mate a su identidad y trayectoria. Les quedan pocos días para revertir la tendencia que muestran las encuestas.
Candidata comunista
Más allá del innegable carisma y pragmatismo de Jeannette Jara, el que una comunista pueda ser la candidata presidencial de la izquierda y la centroizquierda debiera ser materia de preocupación. Aunque sus posibilidades de alcanzar la Presidencia no sean altas —una campaña puede, sin embargo, tener una dinámica imprevisible—, la imagen que transmite el país es de una gran inestabilidad y polarización.
Y es que es una rareza en las democracias occidentales que un partido como el comunista chileno, que no ha tenido mayor renovación, tenga tanta influencia y pueda liderar a futuro el proyecto político de la coalición gobernante. No solo sigue reivindicando el leninismo, sino que reiteradamente ha puesto en duda aspectos esenciales de un régimen democrático. A su permanente apoyo a las dictaduras comunistas y a regímenes de izquierda populista —en estos días el PC no se resistió de emitir un comunicado para solidarizar con Cristina Fernández por su condena en Argentina frente a lo que considera “una estrategia de la oligarquía regional, en alianza con los poderes económicos, mediáticos y judiciales”—, se suma su desprecio por la democracia representativa y una permanente ambigüedad ante el uso de la violencia. De ganar estas primarias sería un grave retroceso no solo para la izquierda, sino para el país.