Señor Director:

Respecto de la respuesta del señor Galecio (9 de junio), como Red de Acción Carcelaria quisiéramos comentar algunos puntos, desde una convicción compartida: al igual que él —y como la mayoría en este país— queremos vivir en un Chile más seguro.

Ahora bien, afirmar que “si todos los delincuentes estuvieran en la cárcel tendríamos total seguridad” no solo es falso, sino peligrosamente simplista. La evidencia demuestra lo contrario.

1. La cárcel parte de una premisa básica: la mayoría de quienes están ahí saldrá. No basta con “encerrar” si se buscan soluciones sostenibles.

2. No hay relación directa entre más cárcel y menos delito. Países con altas tasas de prisión siguen enfrentando graves problemas de seguridad. En Chile, la población penal creció 27% en diez años (56% en mujeres) y no estamos más seguros.

3. La cárcel no rompe ciclos delictivos: los reproduce. La reincidencia alcanza entre 43% y 50% en los tres primeros años tras el egreso.

4. Ningún sistema penal está diseñado para procesar todos los delitos. Encarcelar a “todos los delincuentes” es inviable, jurídicamente absurdo y socialmente indeseable. Según el Ministerio Público, solo cerca del 12% termina en condena.

5. La mayoría de las personas privadas de libertad no son grandes criminales, sino condenadas por delitos comunes, con trayectorias marcadas por exclusión y pobreza.

6. La criminalidad es dinámica. El vacío que deja una banda suele ser ocupado por otra. En vez de soluciones mágicas, urge avanzar en prevención.

Cuestionamos el populismo penal que plantea la cárcel como única solución. Como dijo el ministro Cordero, debemos avanzar en reinserción “por convicción o conveniencia”. Hoy no se hace ni lo uno ni lo otro.

Antonella Oberti
Directora de Incidencia de la Red Acción Carcelaria