En la reciente misión empresarial a España, organizada por la CPC y Sofofa, tuvimos la oportunidad de reunirnos con Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. En la Real Casa de Correos —sede del gobierno madrileño— se le entregó un libro del fotógrafo Pablo Valenzuela, titulado Chile 2.0. Sus páginas recorren desde el desierto de Atacama hasta los hielos australes. Imágenes que recuerdan que vivimos en un país maravilloso.

Pero más allá de lo visual, el título del libro deja preguntas abiertas: ¿cómo se ve Chile desde afuera? ¿Seguimos siendo sinónimo de apertura económica y estabilidad?

Durante la misión —que reunió a más de 80 empresarios, emprendedores y autoridades de ambos países—, visitamos el Banco de España, la Ciudad Grupo Santander y la eléctrica Iberdrola. Madrid y Bilbao han apostado por atraer inversión, impulsar la innovación, proteger sus instituciones y velar por la limpieza de sus calles y la seguridad de sus habitantes. Vimos un aparato público que, sin ser perfecto, entiende que su rol es facilitar, no frenar.

En ese contexto, la participación de FinteChile cobró especial sentido. Por primera vez, el ecosistema fintech chileno fue parte de una misión de este tipo, representando a quienes ven en la inclusión financiera y la economía digital pilares del desarrollo. Porque hoy, junto con infraestructura, energía y exportaciones, el Chile 2.0 también se construye con datos y soluciones tecnológicas que acortan brechas y resuelven problemas reales para el bolsillo de las personas y la caja de las empresas.

Pero Chile 2.0 también implica recuperar lo esencial: seguridad jurídica, probidad administrativa, ética empresarial, certeza tributaria, educación pública de calidad, responsabilidad fiscal, migración ordenada y menos burocracia. Se trata de ser un país que atraiga inversión y talento, no que los exporte. De formar creadores, no tramitadores.

Esta misión fue además una muestra de liderazgo. Susana Jiménez y Rosario Navarro la encabezaron con preparación, sobriedad y sentido común. Demostraron que es posible conectar lo tradicional con lo digital, lo institucional con lo emergente, lo público con lo privado. Que Chile tiene líderes capaces de mirar más allá del ciclo político. Como España, nuestro país ha dado grandes emprendedores, empresarios y servidores públicos. Personas con empuje y compromiso, que no necesitan una ley o un manual para actuar correctamente, sino que lo hacen por convicción, responsabilidad y respeto.

Chile sigue teniendo todo para avanzar. Para que eso ocurra, hay que atreverse a mover las piezas. Chile 2.0 es una invitación a salir del letargo y hacer que las cosas pasen. A construir el futuro antes que fiscalizarlo. A generar confianza antes que nuevos impuestos. Hagamos de Chile un país de impulsores y no de inspectores. Esta es una ruta posible. Eso es progreso.

Matías Valenzuela
Abogado