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Editorial
Miércoles 23 de abril de 2025
Repartiendo credenciales
Invocar así la figura del expresidente Piñera denota oportunismo.
La exministra y candidata PPD, Carolina Tohá, ha decidido agitar las banderas del miedo a un “tsunami de la ultraderecha” como recurso de campaña, presentándose como quien podría frenar esa amenaza. No solo las encuestas parecen desmentir esa afirmación, sino también la expectante posición que detenta en ellas la abanderada de Chile Vamos, Evelyn Matthei. En efecto, si para la exministra la “ultraderecha” está representada por los sectores ubicados a la derecha de Chile Vamos, los números demuestran que quien tiene la capacidad para detener su avance es precisamente Matthei y no el oficialismo del que Carolina Tohá forma parte.
Tal vez por eso Tohá ha agregado otro elemento a su argumentación: Matthei, en lugar de “parar” a esa “ultraderecha”, le estaría “abriendo la puerta” y de esto serían pruebas sus recientes dichos sobre el Golpe de 1973, los que marcarían un retroceso respecto de las posturas del expresidente Piñera.
Existen buenas razones, sin duda, para cuestionar las aludidas expresiones de la candidata de Chile Vamos, pero de ello no se coligen las conclusiones de Tohá. Desde luego, la trayectoria de Matthei durante tres décadas da cuenta de un sólido compromiso con la institucionalidad democrática, muy lejano de cualquier ultrismo. A su vez, los frecuentes ataques que recibe de aquellos a los que Tohá califica de “ultraderecha” demuestran que ellos sí ven en ella un inmenso obstáculo.
Con todo, las afirmaciones de Carolina Tohá, y en particular su referencia al expresidente Piñera, ameritan una reflexión. Y es que cuando una de las precandidatas del oficialismo levanta la figura de Piñera como una vara para medir compromiso democrático, se hace inevitable recordar la actitud de ese sector durante el gobierno del exmandatario. Concretamente, cuando compañeros de coalición y correligionarios de Tohá acusaron constitucionalmente al exgobernante nada menos que por “consentir en que las Fuerzas Armadas y de orden cometieran violaciones a los derechos humanos de manera sistemática y generalizada”. Ningún otro presidente en democracia ha sido objeto de una imputación tan grave. Su injusticia era evidente, pero eso no impidió que, en forma vergonzosa, la gran mayoría de los diputados que hoy integran el oficialismo la votaran favorablemente.
Por lo mismo, invocar ahora el nombre de Piñera para descalificar las convicciones democráticas y en materia de DD.HH. de otras figuras de Chile Vamos tiene un dudoso aroma a oportunismo. Pero no solo eso. Muestra también la persistencia en el oficialismo de una pretensión de superioridad que le permitiría conceder o quitar a conveniencia la credencial de “demócrata”. Así, cabría expresar profundo repudio moral ante dichos de Evelyn Matthei respecto de hechos de hace 50 años, pero las palabras de Jeannette Jara (PC) sobre lo que hoy ocurre en Cuba no impiden ser aliadas y parte de una misma primaria... a diferencia, eso sí, del correligionario de esta, Daniel Jadue, cuyas posturas sobre Venezuela sí incomodan.
Es difícil conciliar las tres posiciones, pero más inentendible resulta que, después de todo lo ocurrido en Chile en el último lustro, un sector siga insinuándose poseedor de ventajas éticas que lo ubicarían por encima del resto.