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Editorial
Lunes 21 de abril de 2025
A merced de una tómbola
El caso de las vicepresidencias sintetiza los problemas de nuestro sistema político.
Muestra palmaria de las disfuncionalidades de nuestro sistema político es la situación que se vive en la mesa de la Cámara de Diputados, cuyos dos vicepresidentes, pese a haber vencido el período que teóricamente les correspondía, se aferran a sus cargos aprovechándose de la caótica dispersión de fuerzas que hoy existe en esa corporación.
Los diputados Gaspar Rivas (independiente y ex Partido de la Gente) y Eric Aedo (DC) fueron elegidos hace un año como parte de la mesa que encabezó la diputada Karol Cariola (PC). Todo esto, en virtud de un acuerdo que reunió los votos del oficialismo, la DC y parlamentarios independientes; según lo acordado, desempeñarían esas funciones hasta el pasado 15 de abril, para proceder a una nueva elección. La situación, sin embargo, se alteró luego de que, tras el escándalo generado por la difusión de sus chats con la exalcaldesa Irací Hassler, Cariola renunciara anticipadamente a la presidencia. Como ha ocurrido sucesivas veces en este período parlamentario, se inició entonces una cerrada disputa por el cargo entre el oficialismo y la oposición, cada uno intentando reunir los votos para imponerse en una corporación donde no existen mayorías y casi un tercio de sus integrantes se declaran independientes. La elección, finalmente, se concretó hace dos semanas y el resultado fue un empate, lo que obligó a dirimir mediante un sorteo ganado por el RN José Miguel Castro.
Si ese desenlace ya parecía pintoresco, lo ocurrido luego entra al terreno de la más genuina picaresca. Llegado el plazo del 15 de abril, quienes fueran los compañeros de Cariola en la mesa simplemente desecharon renunciar, declarando que no lo harán mientras no se resuelva el empate de fuerzas en la Cámara, pues así se los habría pedido el sector que en su momento los eligió. A la luz de lo ocurrido en la elección del presidente, no es claro que hoy cuenten con los mismos votos que hace un año los llevaron a la mesa, pero un detalle reglamentario juega a su favor: para sacarlos, la oposición tendría que censurarlos; sin embargo, la normativa de la Cámara establece que la moción de censura debe ser presentada contra el conjunto de la mesa y no contra miembros individuales. Es decir, si quiere removerlos, la oposición también debe remover a Castro, con el riesgo de que, si se produce una nueva elección, se repita el empate y todos queden de nuevo a merced de una tómbola. En esas condiciones, Rivas y Aedo bien podrían continuar por mucho tiempo gozando de las prerrogativas de ser vicepresidentes. Mientras, esa tómbola asoma como la metáfora perfecta del caótico estado de cosas a que ha llevado en la Cámara de Diputados un sistema de reglas políticas que incentiva la fragmentación, premia el transfuguismo y hace de lo incierto una constante.