Señor Director:

Estoy algo asustada por el uso creciente de la inteligencia artificial, especialmente de herramientas como Chat GPT. Sin duda, se trata de una tecnología que nos ha facilitado el acceso a información y soluciones de manera rápida y eficiente. Sin embargo, me preocupa el nivel de dependencia al que hemos llegado.

Basta con revisar nuestros propios historiales de conversación con esta herramienta para encontrar preguntas como: “Chat, no puedo dormir, ¿qué me recomiendas para conciliar el sueño?”; “Chat, ayúdame a responder este e-mail”, o “Chat, ¿qué me aconsejas hacer en este caso?”. Todo esto lleva a preguntarme: ¿hasta qué punto estamos delegando nuestras decisiones, incluso las más personales y triviales, a la inteligencia artificial?

¿Será que ya no confiamos en nuestra propia capacidad para reflexionar y encontrar soluciones por cuenta propia? Me da la sensación de que estamos perdiendo nuestro criterio personal al depender de una inteligencia que, por más avanzada que sea, no reemplaza el juicio ni la sensibilidad humana.

Y paradójicamente, casi como una ironía, pienso: “Chat, ¿qué le agregarías o eliminarías a esta carta al Director?”. Tal vez esa sea la señal más clara de que nos estamos acostumbrando demasiado rápido.

María José Fontaine Cruzat