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Editorial
Domingo 06 de abril de 2025
Libre comercio amenazado
La erosión de las confianzas abonó el terreno para que Trump lo aprovechara políticamente.
Las medidas arancelarias proteccionistas anunciadas el pasado 2 de abril por el Presidente Trump constituyen un golpe al libre comercio, tanto por la cuantía del arancel promedio que ese país interpone con el resto del mundo como por la importancia que tiene EE.UU. en la economía global y por las retaliaciones que ya surgen por parte de otros países.
La doctrina del libre comercio —fundada en la constatación de que el libre intercambio de bienes y servicios entre las naciones, aprovechando sus ventajas competitivas y comparativas, aumenta el bienestar de sus habitantes— había logrado ir incorporándose a los consensos mundiales luego de la Segunda Guerra Mundial, consolidándose aún más al término de la Guerra Fría. Ahora, sin embargo, el advenimiento de Trump a la presidencia de EE.UU. y su permanente postura contraria han modificado radicalmente el panorama y están alejando al mundo de aquello, con el posible establecimiento de bloques comerciales aislados entre sí y toda la pérdida que esto implica. En efecto, la complejidad de la economía moderna, con sus elaborados encadenamientos productivos, no solo se beneficia de la libertad para transar bienes y servicios a través del planeta, sino que, además, el libre movimiento de personas y capitales que la acompaña aumenta la cantidad de mentes interactuando colectivamente, introduciendo más eficiencia productiva y más disrupciones tecnológicas creadoras de valor, que benefician a más personas en más lugares del planeta.
Pero todo eso se basa en la confianza de que aquello se hará en un ambiente competitivo, sin subsidios distorsionadores, con aranceles bajos y parejos en todas partes, y respetando la propiedad intelectual de las innovaciones que se hayan introducido. Lamentablemente, la acumulación de violaciones a esos supuestos a lo largo de las últimas décadas —copia no autorizada de productos por parte de algunos; aranceles proteccionistas por parte de otros que sí se benefician de los bajos aranceles de terceros, o la utilización flagrante del dumping estatal— ha minado esa confianza, particularmente la de EE.UU. Adicionalmente, el que el libre comercio genere una distribución no pareja de sus beneficios, con sectores que se sienten perdedores o marginados, ha permitido a Trump sacar provecho político —los eslóganes “América primero” y “Hazla grande de nuevo” lo sintetizan—, llevándolo a perturbar el libre comercio de la manera en que lo ha hecho, con el aparente apoyo de una mayoría de la población de su país.
Sin embargo, las reacciones a la baja de los mercados bursátiles estadounidenses, resultado del ambiente de pesimismo que empieza a configurarse, marcado por el temor incluso a una recesión, cuestionan directamente los supuestos en que Trump basa su política. Es probable que a la larga, y ante esa constatación, el realismo económico vuelva a derrotar al ideologismo proteccionista. En el intertanto, no obstante, los costos pueden ser cuantiosos.