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Editorial
Sábado 05 de abril de 2025
Escenarios frente a la guerra
Esta semana parece haberse dado fin al paradigma de una globalización impulsada por el libre comercio. La onda expansiva del shock sigue golpeando a los mercados, mientras Chile enfrenta un escenario económico 2025 mucho más complejo del que se anticipaba.
El derrumbe de las principales bolsas mundiales luego de la imposición de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos sobre un amplio grupo de países anticipa un 2025 fuertemente afectado por el nuevo escenario que enfrenta el comercio internacional. Y la respuesta de China, al imponer a su vez aranceles de un 34% a los productos norteamericanos, no hace más que acrecentar esos temores. En este cuadro, tanto la inflación como una desaceleración del crecimiento económico son amenazas que deben ser internalizadas. De hecho, el riesgo de estanflación —alta inflación y estancamiento de la actividad— no puede descartarse.
En cuanto a la inflación, la evidencia sugiere que el efecto de los mayores aranceles sobre los precios es real y se concreta tarde o temprano. Sin embargo, el impacto final depende de su magnitud y extensión.
A modo de ejemplo, en marzo de 2018, EE.UU. impuso aranceles al acero de hasta un 25%. Los índices de precios nacionales para ese commodity, así como para los productos de laminación de acero, aumentaron entre un 10,2% y un 17,7% entre febrero y septiembre de 2018. Luego, los mercados se ajustaron y el precio retrocedió. Este tipo de evidencia ha sido utilizado desde la Casa Blanca para argumentar que el impacto de las nuevas medidas debería ser transitorio. Sin embargo, la dinámica final dependerá de los procesos de negociación bilateral que Donald Trump parece dispuesto a sostener y también de la respuesta de los países frente a los nuevos aranceles.
En cuanto al impacto sobre la actividad, distintos análisis técnicos ya comienzan a ajustar las proyecciones a la baja. Y es que, como todo impuesto, los aranceles generan desincentivos a la producción. De este modo, las estimaciones que apuntaban en enero a una expansión de la economía mundial en torno al 3,3% tanto para 2025 como para 2026 parecen hoy desalineadas con la realidad. Si bien es temprano y los niveles finales de los aranceles aún inciertos, se estima que el escenario que se configuró esta semana debería restarle al menos un punto de crecimiento al mundo durante este año.
Ahora bien, la magnitud del estancamiento dependerá fundamentalmente de las características de cada economía. En los Estados Unidos ya se anticipa que la expansión del producto en 2025 podría ser cercana al 1%. Adicionalmente, las posibilidades de que durante los próximos doce meses la principal economía del mundo sufra una recesión han aumentado significativamente, con especialistas ubicándolas incluso por sobre el 35%. Esto representará un importante desafío para la Reserva Federal. Su presidente, Jerome Powell, dijo ayer que no habrá movimientos de tasas hasta no tener un cuadro completo de los impactos. Mientras tanto, para China, el efecto de las trabas al comercio internacional también será relevante: si a comienzos de 2025 se proyectaba un crecimiento anual del 4,5% —en Beijing incluso se habló de 5%—, el nuevo escenario podría llevar la cifra por debajo del 3,5%.
Para los países emergentes, este panorama es tremendamente complejo. Las grandes economías podrán sostenerse apostando a la dinámica interna, no así los países pequeños abiertos al mundo. Además, una desaceleración simultánea de EE.UU. y China es algo que no se ha observado en la historia reciente. Esto afectará duramente a cualquier economía que tenga a ambas naciones como sus principales socios comerciales. Ello hace anticipar que, de confirmarse el escenario de guerra comercial desatada, la evolución de la economía chilena sufrirá un giro importante.
Chile, prepararse al impacto
Para ponderar los riesgos y la gravedad de la situación para Chile, basta reconocer nuestra dependencia estructural de la dinámica de la actividad en China y los Estados Unidos: más del 50% de nuestras exportaciones va a esos destinos. Además, el precio de nuestro principal producto de exportación, el cobre, ya mostró una fuerte caída esta semana, derrumbándose casi un 10%. Por su parte, salmones y frutas, otros productos clave, también serán afectados por los aranceles. El más reciente Informe de Política Monetaria del Banco Central nos recordó —antes de los anuncios de Trump— la debilidad de nuestro crecimiento proyectado para 2025, apuntando a un rango de 1,75-2,75% y a una inflación aún por encima del objetivo de política. La guerra comercial probablemente obligará a una importante revisión de ambas variables. Así, la posibilidad de que la administración Boric sea la de menor crecimiento desde el retorno de la democracia vuelve a emerger.
Por lo mismo, las acciones que tome el Gobierno serán esenciales. En estos momentos —y como se aborda separadamente en esta página—, lo más importante es realizar amplios esfuerzos en Washington para que el 10% de aranceles impuesto sobre nuestros productos sea revertido a la brevedad. Así, desde Cancillería, en directa coordinación con Hacienda, se debería desarrollar un plan de acción que incluyese cada uno de los puntos que Estados Unidos levantó sobre lo que considera son prácticas comerciales injustas de Chile respecto de ese país (derecho de propiedad intelectual y reforma de pensiones, entre otras).
Las acciones también debieran incluir esfuerzos fiscales adicionales para conformar a la brevedad fondos que puedan ser utilizados en caso de que políticas contracíclicas sean necesarias. Y es que, lamentablemente, una crisis internacional encontraría a Chile mucho menos preparado que en el pasado para llevar a cabo este tipo de iniciativas. Es el costo de haber descuidado y haber dado un uso equivocado a nuestros fondos soberanos.