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Editorial
Sábado 08 de marzo de 2025
Feminismo: ¿retomando su centro?
''El feminismo radical, identitario y antagónico parece perder fuerza, retomando centralidad un feminismo más convocante''.
La fuerte reacción contraria que en el último tiempo están recibiendo las políticas identitarias en algunos países, está repercutiendo negativamente en el prestigio de las posturas feministas más radicales. De hecho, muchas empresas norteamericanas importantes han abandonado los criterios DEI (diversidad, equidad e inclusión), afectando esas posturas. El feminismo radical se inserta argumentativamente en el concepto de interseccionalidad. Este afirma y subraya las desigualdades sociales como resultantes de la interrelación de factores como el género, la etnia, la clase social, la orientación sexual, la raza o la ubicación geográfica, y está íntimamente ligado a la mirada identitaria.
Por su parte, la postura feminista más “clásica”, orientada a lograr igualdad de oportunidades y de trato entre los sexos en los más diversos ámbitos de la vida, preserva su atractivo emocional e intelectual. Contrasta con el radicalismo de las versiones que antagonizan agresivamente con los hombres, o que señalan que el sexo es una mera construcción cultural, que fluye como un líquido en cualquier dirección que la persona desee.
El feminismo radical y las políticas identitarias, que inducen la cancelación de quienes piensan distinto, recientemente agrupadas coloquialmente bajo el término “wokismo”, abusan de lo “políticamente correcto” en materia de género. Insisten en duplicar las palabras que se pueden expresar en masculino y femenino, o en la victimización, o en antagonizar agresivamente con quienes no comparten sus criterios, y han terminado por fastidiar a crecientes sectores de la población, por lo que su sintonía con la ciudadanía se ha ido perdiendo.
En cambio, la aspiración de que hombres y mujeres tengan iguales oportunidades laborales, estudiantiles o deportivas, entre tantas otras, y que el trato que reciban ambos sexos no sea discriminatorio o vejatorio para ninguno de ellos, es un ideal que se ha seguido extendiendo, permeando la cultura de las sociedades modernas. Ese eje central de la mirada feminista está logrando crecientes éxitos, pues sectores cada vez más amplios de la población abordan su comportamiento con eso en mente.
Aun así, persisten las diferencias biológicas entre ambos sexos —cromosómicas, endocrinas y reproductivas— que dan lugar a dimorfismos sexuales anatómicos visibles y, más allá de esteriotipos, diferencias en algunos aspectos de las psiquis de ambos. En particular, los efectos que el embarazo, el parto y la lactancia inducen en la inserción social y laboral de las mujeres deben ser mitigados de la mejor manera posible, y será siempre un desafío alcanzar en la práctica una plena igualdad.
El balance de estos últimos años es que el feminismo radical, identitario y antagónico parece perder fuerza, retomando centralidad un feminismo convocante, orientado más a quitar las trabas —que se ven en distintos ámbitos de la vida pero sobre todo en el laboral— para que las mujeres puedan desplegar sus capacidades de acuerdo a sus elecciones personales.