Señor Director:

En los últimos cinco años, los ingresos percibidos por las municipalidades por concepto de impuesto territorial han crecido a una tasa promedio anual de 5,8%. En igual período, el ingreso per cápita lo ha hecho en solo 1,1%, lo que explica la permanente y creciente molestia que se manifiesta por el alza de las contribuciones. Dado que la base del impuesto es el avalúo fiscal y que el valor de la propiedad, por varias razones, ha subido aceleradamente, no podemos sino proyectar que la brecha entre lo cobrado y el ingreso seguirá aumentando, con la consiguiente presión política para la derogación del tributo.

Las municipalidades, por su parte, han recibido este sustancial flujo de dinero sin que hayan debido esforzarse mucho para recibirlo, por lo cual rápidamente buscan en qué gastarlo, en donde gasto en personal parece ser el destino preferido. No hay rendición nítida de cuentas sobre los bienes públicos locales financiados con esos recursos adicionales.

Así, creo necesario cambiar la estructura de financiamiento, migrando a una situación que se sustente en el sistema que ocupan los condominios, donde hay una serie de gastos comunes que se prorratean entre los propietarios. Si esas personas desean agregar una plaza de juegos nuevo para la comunidad, se evalúa cuándo deben subir los gastos comunes para financiarlo y en ese contexto se aprueba o rechaza la propuesta. La cuota de gasto común no sube al elevarse el avalúo fiscal de las propiedades. Solo sube, en términos reales, si se agregan bienes públicos para la comunidad.

De esta manera, la municipalidad debería explicar el costo total de los bienes públicos locales y serían financiados por la cuota a pagar por cada rol. Tenemos un problema con el sistema actual y no hacer nada solo agrandará el problema.

Tomás Flores
Economista Libertad y Desarrollo