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Sábado 25 de enero de 2025
Nuevo golpe de Estado en Chile
25 de enero de 1925
Alrededor de las 5 de la tarde del 23 de enero de 1925 los miembros de la Junta de Gobierno y su gabinete tomaban tranquilamente el té cuando, de improviso, el ministro de Marina, almirante Luis Gómez Carreño, advirtió “¡General, veo tres oficiales; han entrado tropas a La Moneda!”.
Efectivamente, hombres de los regimientos Pudeto, Cazadores y Escuela de Caballería atravesaban la puerta del Palacio para comunicar a los generales Luis Altamirano y Juan Pablo Bennett y al almirante Francisco Nef que quedaban en carácter de prisioneros. En paralelo, otros grupos de militares hacían guardia en el perímetro, mientras decenas de curiosos se acercaban con “bastante nerviosidad” a presenciar los acontecimientos.
“Desde hace algunos días se venía rumoreando en la opinión pública que en el seno del Ejército, especialmente en lo que representa a la oficialidad joven, se acentuaba un malestar que podría traducirse en otro nuevo trastorno de carácter revolucionario”, consignaba “El Mercurio”.
De esta manera, a solo cuatro meses desde el primer “Ruido de sables”' y golpe de Estado que envió al Presidente Arturo Alessandri al exilio, ocurría otro levantamiento militar. Pero esta vez, el interés de la nueva Junta, presidida por el general Pedro Pablo Dartnell (días después lo reemplazó Emilio Bello Codesido), era que Alessandri reasumiera el mando supremo de la nación y convocara a una Asamblea Constituyente, “que diese a Chile una Carta Fundamental adecuada a su realidad social y le permitiera entrar a una era nueva de honradez y capacidad políticas”.
En un manifiesto, la Guarnición de Santiago declaraba que “no queremos dictar normas por cuenta propia, sino convocar a la mayoría libre del país, para que, velada por nuestras espadas y dirigida por su Presidente constitucional, reorganice a Chile, realizando las promesas de nuestro manifiesto del 11 de septiembre de 1924”.
. El movimiento desencadenó un grave conflicto político, pues la Armada Nacional no estuvo involucrada ni lo aceptó. Tras la mediación de Agustín Edwards Mac-Clure, se lograron calmar las aguas. También por el mensaje de Alessandri, quien desde Roma pidió que los militares regresaran a la normalidad de sus funciones, y exigió como condición para su retorno al país que se convocara a una Asamblea Constituyente.