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Editorial
Domingo 15 de diciembre de 2024
Aprontes del Banco Central
El escenario sugiere una actitud prudente por parte de la autoridad monetaria.
Mañana, el Banco Central realizará su última reunión de política monetaria del año y al día siguiente publicará el Informe de Política Monetaria de diciembre. Aunque todo apunta a que no debería haber grandes sorpresas en cuanto a reducir la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 25 puntos base, la interrogante mayor dice relación con las perspectivas para 2025, tanto para la actividad como para la inflación, y por tanto para la política monetaria.
En los últimos meses las proyecciones para el próximo año se han deteriorado. De acuerdo con la Encuesta de Expectativas Económicas publicada por el mismo Banco Central, desde junio hasta la fecha, el crecimiento esperado para 2025 ha caído de 2,2% a 2,0%, mientras que la inflación esperada subió de 3% a 3,5% en el mismo período. Aunque estos cambios puedan parecer menores, confirman los patrones vividos este año en materia de actividad e inflación. En efecto, si a comienzos de 2024 se pensó que podían existir condiciones para una recuperación mayor, la evidencia ha mostrado que el país enfrenta una debilidad estructural. De igual manera, la dinámica de la inflación ha dado cuenta de las dificultades para generar una convergencia definitiva hacia la meta de 3%.
En cierto sentido, lo observado es paradójico. En principio, la debilidad de la economía debería contribuir a una desaceleración de la inflación, y con ello facilitar la convergencia de la política monetaria a niveles neutrales, esto es, con una TPM entre 4% y 4,5%. La combinación de débiles cifras de crecimiento y alta inflación que observa el país obedece a varios elementos, dentro de los que destacan shocks idiosincrásicos (como el alza en las tarifas de la luz), una dinámica cambiaria particularmente compleja y la evidencia de que son factores de oferta, y no de demanda, los que tienen a Chile creciendo poco. En otras palabras, de lo que se trata es de que el crecimiento potencial es bajo.
Esto constituye un desafío importante para la política monetaria. En tiempos normales, todo sugeriría una convergencia más rápida hacia tasas neutrales, pero los niveles de inflación actuales, la situación del peso (altamente depreciado respecto de sus promedios históricos) y la incertidumbre global plantean la importancia de una actitud prudente por parte del Banco Central. De otra manera, impactos globales en la dinámica de precios o eventos de volatilidad cambiaria podrían afectar la inflación esperada y con ello condicionar el actuar futuro de la política monetaria.