Señor Director:

Con razón, como lo plantea un editorial de ayer, es necesario diseñar reglas sensatas que perfeccionen el procedimiento de designación de jueces superiores. La creación de un órgano permanente de nominación tiene sus problemas. Pero, cualquiera sea el camino, parece ineludible que la elección no resulte de un cabildeo informe, sino de un discernimiento de méritos. Ello solo se puede lograr en una mesa en que se analicen los méritos y calidades personales de los candidatos. Cómo se llega a conformar esa mesa es una cuestión de prudencia política.

Enrique Barros