Ha rechazado la Cámara de Diputados la propuesta de declarar a los perros asilvestrados como una especie exótica invasora, lo que habría entregado su control a la autoridad sanitaria y permitido la aplicación de disposiciones contenidas en la ley que regula la caza, captura, crianza, conservación y utilización sustentable de animales de la fauna silvestre. El rechazo implica que continuarán bajo la protección que corresponde a los animales domésticos, aunque ellos no lo sean. La iniciativa se presentó en noviembre del año 2018 y recién se votó en estos días, llegando a un aplastante final, con 99 rechazos y solo 19 diputados apoyándola.

El término del debate, sin embargo, no pone fin al problema que representan estos animales. Los perros que han perdido el contacto con los seres humanos van adquiriendo progresivamente las características de un animal salvaje. En estas condiciones, si bien en su inmensa mayoría provienen de las ciudades, su conducta en los campos y, en general, en todos los sectores rurales, constituye una amenaza para el bienestar de la gente que allí reside. El principal problema está dado por las jaurías que se van formando y que comienzan a desplegar el comportamiento primitivo de esta especie. Los perros nacidos en estas condiciones y que, por tanto, jamás han tenido contacto con el ser humano, suelen ser huraños y arrancan a la vista del hombre, pero existe una proporción nada despreciable, que se estima en alrededor de un 20 por ciento, que por el contrario atacan al ser humano, lo que puede incluso llegar a provocar la muerte de una persona.

Cuando estos animales se encuentran con otras especies menores sus ataques pueden ser feroces, y así, los pudúes, huemules, guanacos y una enorme variedad de aves suelen ser víctimas de aquellos. Pero no son los únicos, puesto que también caen a menudo los que resultan de la actividad agropecuaria, lo que causa un grave daño a criadores de corderos y cabras, e incluso a ganaderos que ven desaparecer a sus terneros sin posibilidad de actuar para defenderlos. Algo similar experimentan los pequeños agricultores que son dueños de gallineros que los dedican a producir huevos para la venta como parte de sus actividades de subsistencia.

En el debate parlamentario se enfrentaron dos visiones, interesadas ambas en la preservación de los animales. Una de ellas defendió a los perros asilvestrados que no pueden ser controlados y miraba con horror la posibilidad de que se los cazara. Ha sido señalada esta como una aproximación “animalista”, en alusión a concepciones que, más allá de una preocupación por el medio ambiente o por el bienestar de otras especies, conciben a los animales como auténticos sujetos de derechos, en una verdadera antropomorfización de la naturaleza, corriente que tuvo importante protagonismo en la fallida Convención Constitucional de 2021-22. La otra visión se identifica más bien con la preservación del medio ambiente y con el papel que en este juega la fauna autóctona, parte de un equilibrio ecológico natural que ha existido en nuestro territorio a lo largo de los siglos. La aparición de estas jaurías salvajes pone en peligro dicho equilibrio, en especial en algunas zonas donde se han reproducido a un alto ritmo, sin que el hombre, responsable por su existencia, haya logrado controlarlas. Revelador es que, junto con las comunidades afectadas, destacados ambientalistas también hayan lamentado el rechazo de esta iniciativa.

Para muchos observadores, lo ocurrido evidencia, una vez más, la distancia entre los parlamentarios y los problemas que aquejan a la gente. En muchas regiones esta situación es grave y requiere de una solución urgente, pero durante seis años los congresistas estuvieron discutiendo si podrían calificar a estos animales como una especie exótica invasora, y han terminado rechazando esa posibilidad en forma abrumadora. Por cierto, sin que se advierta algún interés serio de parte de los diputados por buscar una salida al problema, que se mantendrá tal como está por los próximos años. La frívola dinámica que parece prevalecer en el Congreso ante asuntos como este es la de definir cuál es la idea más popular, medida según las redes sociales, antes de tomar una determinación, en lugar de examinar la realidad y los problemas que se han puesto en discusión.