Señor Director:

Interesante la carta del señor Manuel Riesco (22/04) donde expresa: “En mi opinión, Huachipato no se cierra. Punto”. Y continúa: “El Gobierno debe, asimismo, revertir el cierre de las refinerías de cobre de Ventanas y Paipote, haciendo de inmediato lo que sea necesario para transformarlas en las más modernas refinerías limpias”. Y concluye que (el país debe) “reasumir en serio la tarea de la auténtica industrialización que el Estado impulsó hasta 1973...”.

Sorprende leer una declaración en esta línea después de tantos años e intentos fallidos de políticas de industrialización en distintos países, esfuerzos que fracasaron porque ignoraron un concepto económico básico, como es el de ventajas comparativas —que en simple no es otra cosa que “pastelero a tus pasteles” o dedícate a lo que sabes hacer bien—. Estos esfuerzos terminaron con productos caros y malos, que no sobreviven a la más mínima competencia, y con empresas que se sostenían gracias a la protección estatal.

¿O se nos olvidó el intento de desarrollar una industria automotriz en Chile, donde fabricábamos autos caros y malos? (otros ejemplos, por nombrar algunos, son los autos de Europa oriental: los Travant de la ex-RDA y los Lada de Rusia).

Hoy recordamos con romanticismo las famosas citronetas —cartas de Ignacio Walker (22/04) e Ignacio Sánchez (21/04)—, que junto con los Travant son hoy ítems de colección, pero convengamos que su prestación dejaba mucho que desear comparados con autos alemanes, japoneses o americanos de la época.

Leonardo Hernández
Clapes UC
Escuela de Administración UC