Hay quienes sostienen que las percepciones —cuando no son aclaradas— se transforman en realidad. En Chile estamos viviendo una crisis de confianzas que tiene enrarecido el ambiente, que nos mantiene parapetados en nuestros propios argumentos y que ha logrado paralizar el desarrollo sostenido que traíamos de décadas pasadas. El próximo Encuentro Nacional de la Empresa (Enade) es una oportunidad para rebelarnos contra este inmovilismo.
Por mi oficio, me dedico a escuchar lo que las personas piensan. Por ello, tengo la convicción de que la inmensa mayoría de los chilenos tiene más convergencias que diferencias en temas fundamentales. Este fenómeno no siempre es percibido por los responsables de las decisiones públicas, que muchas veces se quedan atrapados en sus propias cosmovisiones, en sus historias y trayectorias. La gente común, en cambio, tiene mayor libertad para reevaluar sus opiniones y modificarlas cuando comprueba que ha surgido una mejor idea o solución.
Si los ciudadanos comparten muchos acuerdos básicos, ¿por qué los principales tomadores de decisión optan por el inmovilismo? Da la impresión de que estiman que ceder es una concesión que implica perder. O, en sentido inverso, solo hay disposición para ganarlo todo.
Por ejemplo, en el principal problema que expone la ciudadanía en los estudios de opinión, inseguridad y delincuencia, se ha ido generando consenso en que se debe dotar de mejores medios y más respaldo legal a las policías, revisar la efectividad de la persecución penal y ser más severos con la reincidencia.
En otros temas, como la salud, la educación y las pensiones, también parece haber acuerdo mayoritario en la opción por la libertad de elegir y en la provisión mixta —estatal y privada— de los derechos sociales; en el rol regulador del Estado y en el derecho de los particulares a realizar las actividades en que lo público ha mostrado ser menos eficiente. Este es un avance importante, pero como se ha dicho, ello no se traduce en cambios normativos en las reformas en curso.
Las autoridades, por su parte, perciben que el sector privado —o un porcentaje significativo de este— tendría un sesgo anti-Gobierno. Pero esa percepción no se condice con la realidad. En Chile, según cifras oficiales, hay más de un millón y medio de empresas. De ellas, 871 mil son microempresas y 256 mil son pequeñas. Solo 18.600 son consideradas grandes empresas. No hay evidencia de que los empresarios piensen algo sustancialmente distinto al sentido común de la mayoría de los chilenos, porque la mayor parte de ellos vive la misma realidad de la ciudadanía. Lo que el mundo empresarial busca es romper el inmovilismo para construir un mejor país, con progreso e igualdad de oportunidades.
En este clima polarizado, algunos esperan que las reformas, para que no sean destructivas, sean abordadas luego del cambio de Gobierno, en 2026. Difiero de ese diagnóstico. Si el país sigue confrontado entre el tercio que apoya al Gobierno y los dos tercios que lo desaprueban, deberemos conformarnos con un crecimiento nulo o mediocre; con las listas de espera manteniéndose o aumentando; con la delincuencia creciendo; sin un aumento en las cotizaciones previsionales para mejorar las pensiones futuras ni los recursos para incrementar las actuales y, finalmente, con niños que no disponen de escuelas. Parecemos haber perdido la capacidad de asombro. ¿Es eso lo que queremos para Chile?
El 25 de abril se realizará una nueva versión de Enade, con la participación, como es tradicional, del Presidente de la República, de los ministros del Interior y de Hacienda, de representantes del sector privado y de dos importantes invitados internacionales. El Encuentro se realiza en un momento de inflexión: o reaccionamos frente al inmovilismo o Chile se paralizará por mucho tiempo, lo que afectará la inversión, el crecimiento y la calidad de vida de todos los chilenos.
Finalizo con una reflexión que me parece muy importante: ceder y concordar no significa, como en la historia de Salomón, pretender partir por la mitad al niño disputado. Se trata de lograr materializar buenas reformas, que sintonicen con las aspiraciones de la gente y que sean técnicamente fundadas. Encontrar “un punto medio” como mecanismo de transacción puede ser efectivo para fijar un precio o concordar un negocio, pero no para implementar una política pública. En la experiencia comparada contamos con sólida evidencia de que hay soluciones que funcionan y otras que son un desastre.
Enade será una oportunidad para escucharnos, pero también para avanzar en lo que Chile necesita hoy, comenzando por los temas urgentes: recuperar la seguridad y el crecimiento.
La invitación es a rebelarnos contra el inmovilismo que hoy nos afecta.
Karen Thal
Presidenta de Icare