Un balance decepcionante arroja el recién concluido proceso de inscripción de primarias para las próximas elecciones municipales y de gobernadores. Aunque inicialmente se anunció que habría un número récord de este tipo de competencias, al final las cifras han sido mucho más modestas: 48 en el caso del oficialismo y 22 en el de la oposición; el Partido Republicano no inscribió ninguna.

Las primarias entregan al ciudadano la posibilidad de elegir y permiten que la decisión de las candidaturas no sea solo el fruto de un arreglo cupular. Por cierto, también presentan limitaciones, especialmente en el plano local, donde la participación suele ser reducida y no necesariamente representativa de la real voluntad del electorado, sino de la capacidad de movilización de los postulantes. Con todo, es preocupante que prácticas como aquella de “el que tiene mantiene” sigan vigentes, incluso respecto de alcaldes fuertemente cuestionados. Ello es especialmente negativo a la luz de los numerosos casos de corrupción conocidos en municipalidades. Bochornoso resulta, a su vez, el que una veintena de primarias originalmente previstas por la coalición oficialista haya terminado “cayéndose, simplemente por la incapacidad de los partidos para completar a tiempo las respectivas fichas.

En lo político, es significativo el hecho de que se haya configurado una alianza electoral entre los partidos de gobierno y la DC, que si bien ha experimentado una fuga de militantes y parlamentarios, aún mantiene cuotas relevantes de poder local. Al parecer, el afán falangista de proteger esos cupos primó por sobre cualquier consideración, desmintiendo en los hechos el discurso de recuperar la identidad partidaria. Más allá de cuál vaya a ser el resultado electoral de esta estrategia, la pregunta de fondo es si existen mínimos comunes entre un partido humanista cristiano y el PC, una de las colectividades eje del oficialismo. O, para aterrizarlo en un ejemplo práctico, ¿efectivamente piensa la directiva DC que la mejor opción para dirigir el municipio más importante del país es la alcaldesa comunista de Santiago y carta única del sector, Irací Hassler?

Por su parte, Chile Vamos inscribió un reducido número de primarias y espera definir vía negociación el resto de las comunas y gobernaciones. Llama la atención que se haya renunciado a aprovechar la visibilidad que ofrece este mecanismo para resolver, por ejemplo, el caso de Santiago, la comuna más importante del país, donde la candidatura opositora continúa siendo una incógnita; incluso se arriesga una división que solo acrecentaría las opciones de reelección de Hassler. A su vez, tras la no inscripción en la primaria de Puente Alto del actual concejal Felipe Ossandón (RN), una posible postulación suya como independiente, al margen de Chile Vamos, solo vaticinaría una derrota del sector.