El Mercurio.com - Blogs : Elección presidencial rusa
Editorial
Lunes 11 de marzo de 2024
Elección presidencial rusa
Esta semana los rusos irán a las urnas para elegir a quien los gobernará durante el período 2024-2030. Sin embargo, aunque todavía nadie ha marcado una sola papeleta, la inmensa mayoría de los votantes tiene claro que el ganador será Vladimir Putin.
Con 71 años, el actual mandatario ha gobernado Rusia desde que Boris Yeltsin renunció a la presidencia, a fines de 1999. Y solo tuvo una breve pausa entre 2008 y 2012, período en el que Dmitri Medvédev ocupó la jefatura de gobierno, pero que lo nombró Primer Ministro durante esos cuatro años.
Ahora, gracias a una controvertida reforma constitucional realizada en 2020, Putin (que debía terminar su último mandato este año) está habilitado para postularse a los próximos seis años y, además, competir al término de ese plazo para el período 2030-2036.
A lo largo de más de dos décadas, este exagente del KGB ha logrado concentrar cuotas de poder que incluso rivalizan con las que tuvo el propio Stalin. Por ejemplo, Rusia Unida, el partido gobernante, es una muy bien aceitada maquinaria política que funciona y se adapta a los planes y necesidades de Putin. Además, goza de una cómoda mayoría en el Parlamento, donde los partidos opositores no representan ninguna amenaza real para él.
Asimismo, la represión a figuras y grupos de la oposición extraparlamentaria ha sido implacable, neutralizando cualquier figura capaz de transformarse en una amenaza, como lo demostró con el recientemente fallecido Alexei Navalny.
Ejemplos más recientes de esa estrategia han sido los bloqueos de las candidaturas de Yekaterina Duntsova el año pasado, y de Boris Nadezhdin, hace pocas semanas. Dos figuras que intentaron llegar a la papeleta de la elección presidencial y perdieron toda posibilidad por cuestionables tecnicismos.
A lo anterior se suma una constante estrategia orientada a cerrar medios de comunicación opositores, mientras se potencian medios oficialistas que a nivel mundial son eficientes instrumentos de la propaganda del Kremlin.
Es un hecho que, a pesar de todo lo anterior, en Rusia hay millones de partidarios de Putin que lo siguen viendo como la figura que sacó al país de la desastrosa década de 1990, los años posteriores a la desaparición de la Unión Soviética, en los que Rusia perdió su condición de potencia mundial, y se hundió en medio de una crisis económica sin precedentes.
A pesar de eso, hoy la Rusia de Vladimir Putin se encuentra en el tercer año de su invasión a Ucrania, enfrenta un nivel de aislamiento internacional inédito y una situación económica que la hace peligrosamente dependiente de China.
En este contexto, aunque Putin no es el único candidato a la presidencia, lo cierto es que no hay reales contrincantes que tengan alguna posibilidad de competir con el actual mandatario, que parece tener el triunfo en su mano.
Sin embargo, la legitimidad de su inminente triunfo estará manchada por los más de diez mil civiles ucranianos muertos desde el inicio de la invasión, en febrero de 2022, así como por los millones de desplazados y refugiados en los países vecinos. La comunidad internacional, hace tiempo, ve a Putin como lo que realmente es: un autócrata que intenta reconstruir la antigua Rusia de los zares, a costa de un discurso ultranacionalista. Y que, en su ambición desmedida, ha arrastrado a millones de rusos a un destino incierto.
Por último, el fallecimiento de Navalny se convertirá en una sombra que acompañará a Putin de manera permanente, sin importar la cantidad de votos que logre obtener esta semana.
Con o sin Vladimir Putin, a futuro, Rusia enfrentará años muy difíciles. No solo por el costo que tendrá el difícil trabajo de recomponer confianzas con la comunidad internacional, sino también por el enorme desafío de construir una Rusia realmente democrática. Ese será, en gran medida, el doloroso legado de Putin.
EE.UU.: primarias sin sorpresas
Es probable que estas primarias estadounidenses 2024 pasen a la historia como de las más aburridas de los últimos años, lejos de confrontaciones más reales, como lo fueron las de 2008 entre los demócratas Barack Obama y Hillary Clinton, o de 2016, que enfrentó a Clinton con Bernie Sanders.
Nadie se sorprendió de que Joe Biden y Donald Trump emergieran del pasado “Supermartes” prácticamente con sus respectivas nominaciones en el bolsillo. En el caso de Biden, sus competidores eran casi irrelevantes, tanto por su peso político como por la distancia que los separaba del actual mandatario.
Por su parte, Trump logró dejar fuera de carrera a Nikki Haley, su exembajadora ante Naciones Unidas y exgobernadora de Carolina del Sur. Y aunque el número de delegados republicanos que ella había obtenido la dejaba muy por detrás de Trump, dio una pelea hasta el final, reivindicando el verdadero espíritu del Partido Republicano, hoy convertido en una agrupación política en función del “trumpismo”.
La importancia del “Supermartes” de este año fue incuestionable, considerando la cantidad de delegados demócratas y republicanos que obtuvieron ambos en quince estados y un territorio. Biden suma 1.400 de los 1.968 delegados que requiere para asegurarse la nominación del Partido Demócrata, mientras que Trump ya tiene 911 de los 1.215 que necesita para que el Partido Republicano lo confirme como su candidato.
Las primarias continúan mañana, y aunque faltan varios meses para las convenciones de ambos partidos, las nominaciones de Trump y Biden se ven inevitables, dejando a EE.UU. ante una repetición (o segunda parte) de la confrontación que ambos protagonizaron en noviembre de 2020. Algo que, según varias encuestas, no satisface a muchos estadounidenses.